Proyecto Vorian – Cuento Corto.

La imagen rabiosa del Presidente estaba por todos lados, su pequeña y ridícula boca no paraba de denostar y amenazar a los rebeldes y a cualquiera que les apoyara. «Deben saber que tenemos en nuestro poder un arma nueva, con potencial de aniquilamiento. No nos hagan usarla. Deben rendirse sin reservas»

En un remoto enclave desértico, ocultos entre rústicas habitaciones talladas en la roca viva y rodeados de tecnología avanzada que chocaba con la sencillez de la piedra, un agotado grupo de hombres y mujeres, analizaban el significado de aquella transmisión.

—Se trata del «Proyecto Vorian» —dijo Gunner, el líder. El gobierno ha traído una criatura alienígena con ciertos poderes y lo piensan usar como arma.

—¿Qué poderes? —preguntó alarmada Lena, la mujer de Gunner.

—Destrucción telepática, fuerza sobrehumana, no está muy claro —dijo frustrado—. No sabemos a lo que nos enfrentamos, esto es completamente desconocido.

Gunnar y Lena nunca dudaron que podían vencer al régimen. Que algún día restaurarían un estado de bienestar para todos eliminando la autocracia que existía en ese momento, con un «presidente» que más bien era un dictador. Luchaban hackeando los medios de comunicación repetidores del discurso del tirano, denunciando la corrupción y azuzando la desobediencia civil. Pero el proyecto Vorian cambiaba todo. La incertidumbre se anidó en sus corazones por primera vez desde que habían iniciado la lucha siendo apenas unos jóvenes idealistas.

—Puede ser que conozcan nuestra ubicación —dijo Gunnar con la mirada ensombrecida—. Quizás este lugar ya no es seguro. Necesitamos encontrar la forma de evacuar a todos.

Lena sabía que aquello era difícil. Muchos quizás se quedarían atrás, y aquello era inaceptable.

—¡Vamos! —arengó Lena a todos los demás—. Pongámonos a tratar de averiguar todo lo que se pueda. ¡Intentemos estar preparados!

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Lejos, en un enorme y frío hangar gubernamental, se instaló un laboratorio especial para estudiar a Vorian, el ser traído del espacio contra su voluntad. Se encontraba tras un grueso cristal de roca, cuyos componentes eran desconocidos en la Tierra.

Los humanos habían llegado al planeta «Nara 3Z» en búsqueda de minerales estratégicos para fabricar bombas y armamento, pues en la Tierra ya escaseaban. Se encontraron con una civilización reptiliana, que se encontraban en una etapa media de desarrollo.

—¿Cómo se encuentra? —preguntó el Jefe del Proyecto, un hombre insípido, pero poderoso, señalando a Vorian.

Julian, el joven científico responsable de que aquel ser estuviera en la Tierra contestó:

—Frustrado. Se siente prisionero. Si no fuera por ese cristal de roca, ya nos hubiera frito a todos.

—¿De verdad cree que hará lo que le pidamos? No estamos en posibilidad de gastar nuestras armas en esa gentuza, sería un desperdicio. Esta opción resultaría económica y beneficiosa.

—Estoy en eso Jefe y luego añadió emocionado—: Ya he establecido comunicación telepática con él y no hay barreras idiomáticas ¡Parece entender cualquier lenguaje! Su fisiología es muy interesante también, creo que esta raza tiene el potencial de…

—Bien, bien —le interrumpió el jefe, aburrido—. No me interesan los detalles, solo quiero resultados. Y le lanzó una mirada dubitativa que Julian interpretó como un cuestionamiento a su capacidad.

Cuando el Jefe se retiró, Julian se sintió aliviado, ese hombre le recordaba a su padre. Un tipo que nunca le tuvo mucha fe y que hubiera preferido que se dedicara a otra cosa más práctica y no a ser un hombre de ciencia. La presencia de Vorian ya era prueba de su genio. Fue Julian quien había urdido el plan para traerlo a la Tierra con éxito.

Inició con el cautivo una nueva comunicación telepática.

—Ey, ¿Me crees cuando te digo que si nos ayudas te llevaremos de regreso a tu planeta?

Vorian no contestó y se puso a dar pasos cual bestia enjaulada. Su recinto estaba especialmente adaptado para que no escapase, lleno de sensores y con la atmosfera necesaria para que sobreviviera, que era muy diferente a la terrestre. Julian pensó que se veía magnífico: Media tres metros, su figura antropomorfa resultaba fascinante. No se veía desproporcionado excepto por la cabeza, enorme y reptiliana. Los ojos lanzaban miradas inteligentes e intuitivas. La piel verdosa – amarillenta, estaba compuesta por duras escamas. Le gustaba porque le recordaba a los dinosaurios que le habían fascinado en su niñez. En «Nara Z3» lo vieron destruyendo con el pensamiento elementos geográficos, tirando abajo montañas, desviando ríos. Notaron que cuando estaba cerca del cristal de roca sus poderes destructivos se inhabilitaban. Lo habían atrapado con artimañas, no podían arriesgarse a que se defendiera.

«Sé que estás cabreado porque te engañamos y te subimos a nuestra nave sin decirte que vendrías a nuestro mundo, pero ya te expliqué por qué necesitamos que nos ayudes»

En los esfuerzos por convencerlo, Julian se aseguró que la criatura viera mucha información sobre el actual conflicto terrestre. En la versión gubernamental, la gente de Gunnar era indeseable y merecía la destrucción. El científico no se cuestionaba la veracidad del material, él seguía órdenes y estaba convencido de que los rebeldes debían ser eliminados.

—No entiendo por qué no dices que sí y ya —le dijo una mañana Julian—. Tú estás hecho para destruir. Te vimos en acción en tu planeta.

—Nosotros no nos destruimos entre sí —fue la respuesta de Vorian.

—Te hemos mostrado las atrocidades de la gente que necesitamos aniquilar. Hay razones por las que necesitamos esto. Si lo haces volverás a tu mundo —porfiaba Julian.

—No me has enseñado la otra parte.

—¿La otra parte? ¿De qué hablas?

—La otra parte de la historia, la de aquellos que quieres destruir.

Entre pláticas telepáticas, Vorian también habló de su hogar: Lo extrañaba. Eran los únicos sobre un planeta de geografía accidentada orbitado por dos lunas. En un día claro se podían ver a las dos hermoseando un cielo de tintes amarillentos. La mayoría de los habitantes eran como él, solo que de menor tamaño. Los de su clase no eran numerosos y su función era adecuar el paisaje para la creación de más ciudades. Eran los llamados «paisajistas». Daban forma a elementos naturales y creaban estructuras a partir de materiales. Todo se reutilizaba, lo que se destruía se reciclaba, lo que se cambiaba, seguía sirviendo de forma diferente. No tenían tecnología para viajar entre planetas y eso había sido crucial para decidir capturarle y traerle a la Tierra. No habría represalias.

La inquietud en Vorian por regresar a su hogar crecía día con día y al final cedió de mala gana a la petición de Julian. Se le había fabricado un enorme «traje terrestre», similar a los que se usaban en el espacio. Dentro de él, secciones de cristal de roca podían activarse remotamente, debilitando a Vorian. Mientras él cumpliera la misión estarían inactivos, pero si algo salía mal se activarían, dejándolo sin fuerzas y a la vez se le cortaría el suministro de aire de un enorme tanque en su espalda. El Jefe del Proyecto, el hombre insípido, había elogiado ese detalle y le insinuó a Julian que si todo salía bien, sería ascendido y condecorado por el mismísimo Presidente, algo que agradó mucho al joven, pues desde niño sentía que su inteligencia nunca había sido apreciada en su justa dimensión.

En cuanto a Vorian, el Jefe le reveló que no pensaban en realidad repatriarlo. Si tenía éxito sería un arma más en el arsenal para barrer enemigos, incluso podrían efectuarse otras misiones para traer más seres como él y usarlos en la guerra. Julian, hasta ese momento, ignoraba que no pensaban regresarlo. Para él significó una oportunidad de seguir estudiando a su especie, y eso lo excitó mucho.

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Vorian, una vez desembarcado en la zona desértica conocida como «Cicatriz de Tizón», inició lo que mejor sabía hacer: con solo poder mental, derribó, como si fuera con explosivos, numerosas montañas rocosas del área. Todo quedaba reducido a polvo muy fino. Julian, desde un vehículo blindado, le dictaba telepáticamente instrucciones.

—Vas muy bien, a esta hora deben estar aterrados. Seguro no tardan en salir de sus madrigueras y rendirse. Debes acabar con todos. Solo así podrás regresar a tu planeta.

Vorian avanzaba, respirando aquella horrible mezcla de aire que, aunque idéntica a la atmósfera de su mundo, no le sabía igual. También le sabía mal destruir por destruir. En su hogar, siempre había una razón para cambiar las cosas. En un determinado momento, Julian activó el cristal de roca imbuido en el traje, «solo para asegurarse de que servía». Vorian cayó de rodillas, sin fuerzas y privado de aire.

¡Levántate! Fue una prueba. No volverá a pasar a menos de que nos defraudes. Estás a unos mil metros de la última ubicación rebelde. ¡Anda! ¡Haz lo tuyo!

Vorian se levantó pesadamente, y continuó su andar, arrasando todo a su paso.

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Cuando Vorian apareció en los monitores rebeldes, todos miraron a aquel ser con asombro. También se sintieron con más fuerza las vibraciones que hacían las montañas de roca al colapsar. Lena tuvo que gritar muy fuerte para que le hicieran caso al tiempo que se limpiaba el polvo alrededor de los ojos:

—¡He conseguido hackear el casco de esa cosa! Tiene un sistema de entrada y salida de audio y video, supongo que lo dejaron por si fallaba la función telepática.

Gunnar la abrazó. Siempre había sabido que ella era la mejor hacker de su tiempo. Se sentó junto a ella y, dominando sus emociones, habló a través de un micrófono:

—¡Detente! Te han engañado. Te han mentido todo el tiempo. Me llamo Gunnar, y soy de la facción rebelde.

Vorian se detuvo. Julian, desconcertado, le urgía telepáticamente a reaccionar y retomar la misión.

—¡Mira esto! —Gunnar proyectó en el visor del casco una versión muy corta de la historia desde el punto de vista rebelde. Era muy diferente a la que conocía Vorian. Detectó matices, no se ponían como víctimas, mártires o perfectos a diferencia de cómo se presentaba el gobierno en su propia versión. Resultaban más creíbles. A esas alturas la voz telepática de Julian y la voz activa de Gunnar, juntas, estaban volviendo loco a Vorian.

—¡Acaba con ellos! ¡No regresarás a tu planeta si nos fallas! —decía Julian frenético.

—No tienen intención de regresarte —martilleaba Gunnar—. ¡Te usarán para seguir destruyendo!

Julian activaba y desactivaba repetidamente el cristal de roca del traje, esperando que Vorian reaccionara. La gente de Gunnar, que trabajaba febrilmente, logró desactivarlo por unos segundos, y Vorian se sintió libre. En una de las proyecciones mandadas por los rebeldes, vio a una niña pequeña, mutilada y muy herida, pedir con voz débil: «¡Ayuda!».

Vorian se volvió furioso contra Julian y el contingente gubernamental. El científico, conmocionado, abrió mucho los ojos sin acabar de creerse lo que estaba a punto de suceder. Gritaba histérico que se continuara con la misión cuando bastó tan solo un pensamiento de Vorian y el grupo militar quedó reducido a nada. En su cabeza solo quedó la voz de Gunnar:

—Hiciste lo correcto hizo una pausa y suspiró pesadamente. Lo siento, el suministro de aire de tu traje se terminará pronto.

Vorian lo sabía. Moriría en ese planeta detestable.

Con lo último de fuerza que le quedaba, moldeó con la mente polvo, metal y circuitos electrónicos tomados de los desechos y fabricó un transporte terrestre, lo suficientemente grande para evacuar a todos.

Los rebeldes no sabían si festejar o lamentarse por Vorian. Un sentimiento agridulce les invadió. Lena lloraba.

De la «madrigera» rebelde salieron como hormigas, hombres, mujeres y niños que rodearon a un Vorian agotado y sofocado que estaba sentado en el suelo. Le tocaban, le acariciaban musitando «gracias, gracias». Él cerró los ojos y pensó en su planeta de gentiles gigantes constructores, llenó su mente con la imagen del cielo de su hogar y sus dos preciosas lunas. El aire se le terminaba. Se deslizó lentamente sobre sí mismo hasta quedar de costado. Le rodeaban extraños, pero le hicieron sentir que no todo era malo en la Tierra. Al final, se sintió libre.

Fin.

Autor: Ana Piera

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18 comentarios en “Proyecto Vorian – Cuento Corto.

  1. Hola, Ana, ya, ahora sí he podido abrirlo.

    Está genial el relato. Un alienígena con un poder inigualable, el de destruir con la mente, (miedo da con solo nombrarlo). Pero capaz de volverse contra los que le obligan a matar. Muy bueno. Y el final, hasta se te escapa una lágrima, con esa niña mutilada, él ayudando y sabiendo que moriría… Super emotivo y tierno el final. Salvando mucho las distancias, como El jorobado de Notredam.

    Un abrazo. 🤗

    (Soy Merche, que no sé si saldrá el nombre).

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  2. Hola Ana

    Un cuento triste y esperanzador a la vez, que no está tan alejado de la realidad plagada de egos indestructibles, no como el propio Vorian que nos conmueve con sus sentimientos mayores aún que su tamaño y fuerza.

    ¡Me encantó! Cuando vi la imagen, pensé en una distopía pero leyéndolo se me ocurrió que no tenemos ni la menor idea de los planes secretos que se cuecen en los laboratorios secretos de estos personajes con demasiado poder y poca inteligencia. ¿Qué futuro estamos dejando a las nuevas generaciones? Da miedo y pena.

    Un abrazo fuerte.

    Marlen

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    1. Hola Marlen, gracias por leerlo. Me salió un poco más extenso de lo que me gusta. La verdad es que la situación actual lo inspiró: cómo nos manipulan con la información, cómo la ciencia se pervierte para servir a intereses oscuros, en fin… Mil gracias por tu lectura y comentario, lo aprecio mucho. Abrazo de vuelta…

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  3. Hola, Ana.

    Una historia que se mantiene, de momento, dentro de la fantasía o la Ciencia Ficción, aunque no sabemos por cuanto tiempo. Esperemos que los ETs no sean tan fáciles de capturar.

    Más allá del cuento, la trama es una verdadera crítica social a lo que somos capaces de hacer los humanos con tal de conseguir nuestros intereses, la mayoría de las veces, a costa de otros humanos. Usar a un alien como arma no es nada descabellado, teniendo en cuenta la mente de nuestros gerifaltes.

    Un final agridulce. Siempre tiene que morir alguien para que los demás sobrevivan. Al menos, el alien murió sabiendo que había obrado bien.

    Me gustó mucho tu cuento, aunque te hayas alejado de tus leyendas Mexicas. Dominas muchos géneros. 😉 ¡Felicidades!

    Abrazo Grande.

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    1. Gracias José, le decía a Marlen que éste me salió un poco más extenso de lo que me gusta. Yo también espero que no puedan usar alienígenas pero hay muchas otras cosas que pueden usar más cercanas a las posibilidades de hoy, pervirtiendo su naturaleza, como pasó con Vorian. ¿Quién es la bestia o monstruo en realidad? Al final siempre son los gobiernos inmorales y la ciencia a su servicio, que buscan perpetuarse y prevalecer sobre los demás. Muchas gracias por tu lectura y comentario lo aprecio muchísimo. Abrazo de vuelta.

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  4. Vaya historión Ana!

    Me ha dado pena el extraterrestre, eso sí, que forma tan triste de acabar.

    Da hasta vértigo, porque ya por desgracia, tampoco suena tan descabellado. Es muy de terrícolas lo de intentar utilizar, la autodestrucción y el intentar controlar las mentes. Esperemos que nunca puedan utilizar este tipo de armas, porque seguro que jugaría en nuestra propia contra.

    Engancha un montón. Me ha encantado, por supuesto te felicito

    Saludos

    Finil

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    1. Hola Finil, gracias por leerlo. Sí, en el relato el más noble es Vorian, cuya naturaleza constructora se pervierte por las ganas de joder de la gente de la Tierra. La nota de esperanza la dan los rebeldes, que siempre hay, y luchan vs todas las bazofias humanas que pululan por ahí. Aprecio muchísimo tu visita. Abrazo desde México.

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  5. Muy buen relato, Ana. Si los extraterrestres están más evolucionados que nosotros, seguramente evitarán cualquier contacto con una especie tan increíblemente destructiva, violenta y estúpida como la nuestra.

    Formamos parte de una civilización que, a pesar de sus avances científicos y tecnológicos, es capaz de destruir su propio entorno, vivir en conflicto constante y actuar con una arrogancia que da vergüenza. Tal vez por eso no se nos han acercado, no por miedo, sino por simple prudencia. O quizás, simplemente, no les interesamos lo suficiente. Quién sabe.

    Beatriz (Historia)

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    1. Hola Beatriz, gracias por tu visita y comentario. Creo que si hay civilizaciones más allá de la Tierra, seguramente nos verían como nosotros vemos a los gusanos o a los seres «menos complejos». Quizás es una bendición que nos vean así… Saludos.

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  6. Hola Ana, muy bueno el cuento, muestra una fasceta de algo muy actual en cierta forma ese amor tan grande que tiene el ser humano de destruir todo para dominar, para ser únicos y jactarse de que por ese hecho se es superior sobre todo cuando reinan los demonios narcisistas que se creen el ombligo de la humanidad. Abrazo grande

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    1. Muchas gracias Themis, viendo lo que se ve hoy en día hay una parte de la humanidad que es pacífica pero otra no se detiene ante nada para destruir. En el relato Vorian es el más noble. ¿Al final, quién es el monstruo? Gracias por pasar Themis, lo aprecio mucho.

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