El Cuadro.

Perdón, lo estoy republicando pues por error lo había envíado a la papelera y por alguna razón ya no lo pude restaurar en su fecha original.

En este mes de febrero 2025, el Tintero de Oro convoca a un nuevo concurso. Ya que se homenajea a R.L. Stevenson y su magnífica novela «La Isla del Tesoro» (que leí de adolescente y me encantó), se ha de escribir un cuento de piratas que no exceda las 900 palabras. Este relato es una adaptación de otro ya publicado en mi blog hace tiempo. Le hice una «poda» necesaria, (increíble todo lo que a veces «sobra» en un relato sin límite de extensión). Actualización: Relato ganador de El Tintero de Bronce en el concurso.

«Esto se ha vuelto un vicio» —pensó Manuel mientras se dirigía a su trabajo como guardia de seguridad en una galería de arte. Siempre había trabajado de noche, salvaguardando los bienes de otros, mientras a él le robaban todo, hasta a su mujer.

Esa vez, durante el rondín, entró a una de las salas y sintió un frío tremendo que lo hizo respingar. Pensó que era un tema del climatizado hasta que algo helado le golpeó en la cara. «¿Nieve? ¡Qué locura!». Partículas heladas golpeaban su rostro como si estuviera en medio de una ventisca. Se dio cuenta de que el frío provenía de una pintura, alumbró con la linterna y leyó: «Paisaje Alpino». Max Besnard. Con una mezcla de miedo y curiosidad se acercó aún más. Tuvo la sensación que el cuadro se agrandaba, aunque en realidad era él quien se encogía. Sintió que caía al vacío, reaccionó y alcanzó a asirse a duras penas del marco de la pintura. Logró sentarse a horcajadas sobre él, con una pierna en el «Paisaje Alpino» y la otra colgando hacia la galería. Si se estiraba, podía tocar la nieve, o incluso, entrar de lleno en la obra, perderse en ella, caminar en medio de aquella helada blancura y asomarse a la casita típica que Besnard pintó a lo lejos. Aunque estaba maravillado, le preocupaba regresar. Intentar saltar al piso era un suicidio, cerró los ojos tratando de pensar y de repente ya no estaba en el cuadro, sino de pie, con su estatura normal, empuñando su linterna a la pintura. Ni rastros de frío o nieve, parecía que nada hubiera sucedido. «¿Qué rayos había sido eso? ¿Una alucinación?». Mientras terminaba su turno, se repetía a sí mismo que todo debió ser una mala jugada de la mente. En su casa, sin embargo, comprobó que tenía el rostro irritado por el frío y sintió los primeros síntomas de un resfriado.

En su siguiente jornada se detuvo más de lo normal en la sala donde se exhibía el «Paisaje Alpino». Tenía la esperanza de repetir lo vivido días atrás, sin éxito. Tuvo más suerte otra noche, justo cuando ya se daba por vencido. Se trataba de la pintura de un galeón pirata en medio de un mar tempestuoso. Logró sentarse en el marco y disfrutó mirando las olas pasar tan cerca de él que lo salpicaron de agua salada. Observó también las sombras de enormes animales marinos que nadaban en las proximidades del gran barco. De la nave le llegó, atenuada por el rumor del mar, una fiera melodía que los piratas cantaban al calor del vino.

Con el tiempo, con solo desearlo, pudo entrar o salir de las obras. Estas vivencias resultaron ser lo más gratificante que había sentido en mucho tiempo: el sexo le era indiferente, no tenía familia ni amigos, ni ninguna otra afición, por eso el día que supo que lo iban a despedir creyó enloquecer.

—Usted no es el mismo de antes, Manuel —le dijo el dueño, Mr. Carter—. El personal de la mañana ha encontrado puertas abiertas, alarmas desactivadas, ropa y artículos extraños tirados en las salas. ¿Qué diablos hacía un remo a mitad de la sala de «Cubismo»? El viernes será su último día, lo siento.

Aquella noche, en la abrumadora soledad de su departamento, abrió una caja con cosas de su exmujer, mismas que nunca le mandó, primero por rencor y luego por desidia. Entre otras cosas encontró una pequeña acuarela de una naturaleza muerta. No se imaginaba entrando en ella. Recordó con nostalgia su cuadro favorito, el de los piratas, y la canción que cantaban y que él ya hasta se había aprendido. Lloró como un bebé y luego, tomó una decisión.

En su último día de trabajo, desactivó temporalmente las alarmas y fue directo al cuadro del galeón. Con mucho cuidado, desprendió el lienzo de la moldura, lo enrolló amorosamente y lo guardó entre su ropa. Abandonó la galería y desde la seguridad de un callejón le llegó lejano el sonido de la alarma y de las sirenas de la policía. Después de eso no regresó a su casa y nunca pudo ser localizado.

El cuadro cuelga hoy en la sala de una familia cualquiera, el padre lo compró en un bazar de cosas usadas. Si alguien fuera lo suficientemente observador, vería algunas veces algo de movimiento en él. Y si esa persona pudiera hacerse pequeña, tal vez podría nadar hacia el galeón y subir a la nave. Observaría entonces a aquellos hombres rudos, ebrios de vino cantando sus aventuras. Tal vez le llamaría la atención un pirata nuevo, sin mucha pinta de pirata pero con todo el entusiasmo, alzando su copa jubiloso y cantando junto a todos los demás.

788 palabras.

Autor: Ana Laura Piera.

https://bloguers.net/votar/AnaPiera68

https://bloguers.net/literatura/el-cuadro-12/

Lo que sigue es un experimento: un podcast sobre este relato, realizado con IA. Gracias a Tarkion por compartir sus conocimientos en su blog. Si quieres visitarlo da clic AQUI. Pienso que la IA puede ser una herramienta valiosa, en lo personal yo solo la uso para ilustrar mis cuentos y ahora experimenté haciendo este podcast (que no pretende sustituir un podcast profesional).

76 comentarios en “El Cuadro.

  1. Me ha encantado tu relato Ana! Es toda una inmersión en la aventura piratesca! Je, je! Ese protagonista que desencantado de su vida, se zambulle en un mundo de aventuras a través del arte! Un relato genial! Un abrazote y mucha suerte en el concurso! Marifelita.

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      1. Ana maravillosa historia me ha tenido enganchada desde la primera frase hasta el final. He tratado de bajarme el programa y escribir en él, pero no lo logré. Me conformaré con leer tus estupendas y transportadoras historias.

        Gracias.

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  2. La historia de manuel es «dura», ya de entrada se nos dice que vigila lo ajeno y pierde lo propio.

    Pero tiene un Don y es el de vivir dentro del arte, que es admirable, eso si tomo algunas decisiones equivocadas o se dejo llevar por esa addiccion que le producia el don.

    Supongo que habia perdido tanto en la vida que esa alegria del arte le daba cierto consuelo

    Jose Casagrande

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  3. Fabuloso. La atracción de un cuadro como llave para alcanzar la felicidad. Nada como saber alimentar la curiosidad con imaginación.
    Además, obligarse a uno mismo a adelgazar un escrito es todo un trabajo de artesano.

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  4. Hola Ana

    Descubrir la aventura a través del arte, siempre ha sido una hermosa forma de vida, los libros, la música, la arquitectura, la pintura, la escultura… ¡¡¡Pero es que tú lo has hecho realidad!!! Has hecho feliz a un hombre solitario, poco mimado por la vida, dándole una aventura maravillosa para disfrutar plenamente, riendo, bebiendo, sintiendo el mar en la piel, cantando entusiasmado junto a todos los demás piratas, viviendo la aventura de la vida. ¡¡Maravilloso!! Un abrazo grande.

    Marlen

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  5. Mi querida Ana Piera, ojalá word press publique el comentario, hace tanto que no me deja! Tu relato es una joyita de magia y verdad. No se puede vivir solo entre tantos cuadros y/o obras de arte sin que no llegues a vivir en ellas. Bien por tu prota: le robaban la vida y él se robó lo único que le devolvía algo de vida. Lo he leído con gran placer. Te auguro lo mejor. Un gran abrazo ( Por si las moscas: soy Juana)

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  6. Has hecho mis delicias con este opúsculo magnífico de literatura fantástica y también de piratas. Las salomas que cantaba la tripulación, tengo la sospecha, de que son la clave de la toma de decisión postrera del protagonista.Has redactado con gracia, apetencia y ofreciendo virtud literaria.

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    1. Hola Juan, efectivamente wordpress hizo de las suyas y puso tu comentario como anónimo pero gracias a tu aclaración posterior ya supe que se trata de ti. Muchas gracias por visitarme y comentar, lo aprecio mucho. Te mando un abrazo.

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  7. Aunque tarda en arrancar el tema de los piratas, vaya si Manuel, el protagonista, se adentra en ese mundo. Muy imaginativo relato. Mi miedo era qué pasaría con él si el cuadro fuera destruido o simplemente dañado.

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    1. Hola Noelia, supe que eras tu por tu comentario posterior. No sé que pasa estos días con wordpress es una lata. Gracias por comentar. Esa observación que haces es muy válida, aunque creo que Manuel ni piensa en ello, él está feliz haciéndose pirata. Saludos.

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  8. Vivir aventuras como Ben Stiller en «Noche en el museo» es todo un acierto. El protagonista desencantado prefiere subirse al barco pintado y sumergirse en la familia de piratas, la única que iba a tener. Es una historia que se lee de un tirón, amena y perfectamente bien contada. Te aplaudo por ello.

    Enhorabuena Ana y mucha suerte en el concurso.

    Abrazos.

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  9. Un buen final del relato, donde el cuadro encuentra un nuevo hogar, deja al lector con una sensación de inquietud. La posibilidad de que otros puedan observar el movimiento de los personajes y, quizás, vivir una experiencia similar a la de Manuel, invita a reflexionar sobre la conexión entre el arte y la vida. ¿Hasta qué punto podemos “ entrar” en las historias que nos cuentan las obras?Abrazos desde Venezuela

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  10. Hola Ana. Te comento por fin, pues ayer parece que los comentarios en Wordpres no funcionaban. Es este un relato que nos habla de escapar de lo cotidiano, de esa realidad que a veces nos supera por anodina, porque no hemos conseguido encontrar nuestro lugar en el tiempo y el espacio en que nos ha tocado vivir. El protagonista encuentra una vía de escape a través de esos cuadros que le proporcionan la posibilidad de vivir otras vidas, igual que de una manera diferente lo hace el hecho de escribir cuentos, y termina por escapar a ese mundo de piratas que le parece más adecuado a sus deseos. Cierto es que una vez allí, se topará de bruces con la realidad de la vida en el mar, que también tiene sus dificultades. Un abrazo.

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    1. Hola Jorge, sí, creo que todos de una forma u otra tenemos o buscamos nuestros «escapes» de la realidad. Me gusta pensar que a Manuel le gustó la vida de pirata, quizás con el tiempo aprendió a ser uno de los buenos jejeje. Gracias por tu comentario. Yo acabo de leer el tuyo y me encantó. Te dejé comentario en el blog. Saludos.

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  11. Me encantó tu relato Ana. No sólo está bien escrito sino que el tema está trabado con buen gusto y las pinturas elegidas muy bien descritas. La idea de poder entrar en los cuadros es alucinante. Enhorabuena, te deseo mucha suerte. Un abrazo!

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    1. Hola Lady muchas gracias por tu comentario. En verdad que poder meterse en un cuadro, perderse en él y vivir otra vida no estaría mal (siempre y cuando esa vida no resulte peor que lo que uno ya tiene jajaja). En breve leeré el tuyo. Muchas gracias por pasar y comentar. Abrazos.

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  12. Qué maravillosa facultad la de nuestro protagonista. Con ella se podría perder uno en la obra del Bosco, ser parte del surrealismo de Dalí o pasear por los paisajes de Monet. Manuel, sin embargo, quiso ser pirata y disfrutar de las historias de sus compañeros con una copa de vino en la mano. Un trabajo genial, Ana. Felicidades.

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  13. Hola, Ana. Un relato muy original, el protagonista vive su vida a través de los cuadros, puede ser una metáfora de una persona solitaria que vive su vida a través de su psique, o puede ser una historia fantástica que me gusta más ya que los cuadros dan para mucho. En el mundo de la literatura estan siempre presentes, despiertan esa imaginación que hace que la pluma vuele, como en este relato. Muy muy bueno. Suerte y un abrazo

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    1. Hola Pepe, agradezco tu visita y comentario. Pues mi intención al escribirlo fue que fuera una historia fantastica. La realidad me aburre un poco y siempre trato de escribir con un poco de magia, fantasía o algo de realismo mágico para poder hace que mis personajes vivan experiencias más allá de los límites que impone la vida tal cual es. Gracias de nuevo y te mando un abrazo fuerte.

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  14. Sensacional… Ana. Lo has narrado con tanta viveza que la fantasía parece absolutamente real. Me ha encantado, me he metido en el cuadro: fantasía, mar y arte a la vez… Un gran relato! Felicidades 🙂

    Maite-Volarela

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  15. Me alegra leerte y saludarte de nuevo. Y me gusta tu relato. Este subgénero está tan manido y cargado de lugares comunes que se agradece un cambio de enfoque. En tu historia, tal y como la leo, la piratería es un mero accesorio, como lo es ese otro paisaje alpino. Porque esta historia, creo, habla de segundas oportunidades, y tiene una dimensión de bastante más calado que la propia piratería o la mera fantasía de poder introducirse en un cuadro: nos presentas a un personaje del que poco a poco vamos sabiendo lo necesario para comprender su decisión, su necesidad de acabar con todo y empezar de nuevo, o de huir de una realidad que le oprime, o incluso de rebelarse, pues realmente no necesita robar el cuadro para introducirse en él y, sin embargo, lo hace, tal vez para que nos preguntemos por qué y nos respondamos que el puñetero museo le había terminado de joder la vida y el tipo es humano, tan humano, que va y les jode a ellos un cuadro.

    Un gran abrazo.

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  16. Hola, Ana. Me ha encantado tu original visión del reto de esta edición. El último refugio de un hombre hundido y abandonado por la vida. En el relato se palpa la honda desesperación y nos lleva a entender esa única salida. Genial. Un abrazo y suerte.

    PD: Muy de acuerdo con tu introducción: que difícil es (y qué gratificante cuando se logra) recortar un texto hasta dejarlo en lo imprescindible para transmitir sin cansar. Enhorabuena, lo conseguiste.

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    1. Hola Enrique muchas gracias por tu visita y comentario que los valoro mucho. También te deseo mucha suerte con el tuyo, que me gustó y que te dejé mi comentario. Creo que el verdadero «premio» es ese, leer los relatos de los compañeros y que te lean. Te mando un abrazo de vuelta.

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  17. Hola, Ana, genial historia, me ha gustado mucho… Creía que ya lo había leído y me suena haberlo hecho antes, pero quizá no te dejé el comentario en su momento, no sé. Le has dado otra forma a los piratas, se agradece también, y te ha quedado redondo. Te felicito por él. Un diez.

    Un abrazo. 🙂

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  18. Hola Ana:

    Un anciano con las cosas claras y pocas ganas de seguir con su vida convencional. Quizás el cambio fue un poco drástico, pero él parece feliz si uno se fija con cuidado en el cuadro, así que… ¿qué podemos decir los demás? 😁

    Un abrazo.

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  19. Hola, Ana, esa mezcla de realidad y fantasía o imaginación que al final se convierte en lo segundo está muy bien porque no sabemos si el protagonista está loco o de verdad posee esa habilidad.

    Como siempre, tu final pone las cosas en su sitio y lo sorprendente se hace realidad.

    Saludos y suerte

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  20. ¡Apreciada A n a! : ¡Con razón cantaban tus marineros salomas! Por la alegría exultante de este trabajo SOBRESALIENTE. ¡MERECIDO PREMIO BRONCÍNEO!⚓️ Si a ello uno lo feliz que me siento de la dualidad contigo, no me queda más bonanza que Cantar también para homenajearte!

    Gracias por Todo Amiga!!!!!🇪🇸💎

    ¡Soy Tu Humilde Servidor Juan El Portoventolero aka Juan Y Su Horizonte!…

    …¡¡¡¡¡¡¡desde Las Islaas Ophiusas!!!!!🚣🏽🗺️

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  21. ¡¡¡Enhorabuena!!! Madre mía, no me había enterado de que se habían votado. Con el libro, estoy un poco perdida de lo que no pasa en mi blog. 🤣🤣🤣🤣🤣

    Pues nada iré ahora a felicitar a los ganadores.

    Saludos.

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  22. Hola, Ana.

    He leído tu relato con esa sensación que uno tiene cuando entra en una sala en penumbra y de pronto una ventana se abre: no por estridencia, sino por claridad emocional. “El Cuadro” es una historia que se mueve con sigilo, pero deja huella. Y lo hace no solo por la idea (ya muy celebrada en los comentarios), sino por cómo la desarrollas: con respeto, con ritmo, con verdad.

    Tu relato tiene algo que muchos textos buscan y pocos logran: un disparo emocional retardado. La emoción no irrumpe de golpe, se infiltra. Entra en nosotros como lo hace Manuel en los cuadros: primero con curiosidad, luego con necesidad, y finalmente con entrega. Y esa evolución se percibe, no se explica, y eso es narrativamente muy potente.

    Me ha fascinado la economía expresiva. Escribir con tan poco y decir tanto es todo un arte. Aquí no hay adornos, no hay subrayados, y sin embargo cada escena tiene una función precisa. El remo olvidado, el frío en la piel, la saloma que resiste en la memoria… son detalles que construyen un mundo más allá del texto. Todo respira naturalidad, incluso lo fantástico.

    También me pareció un gran acierto cómo manejas el simbolismo: el marco como frontera, el robo como acto poético, la canción como ancla emocional, el cuadro como refugio vital, no como ornamento. No hay antagonistas, y sin embargo sentimos una urgencia soterrada. La amenaza no viene de fuera: está en la vida que dejó de ofrecerle sentido.

    Y luego está ese cierre, tan bien elegido: sin épica, sin necesidad de resolverlo todo. Porque lo importante ya ha sucedido. Manuel ha encontrado su lugar —no uno nuevo, sino el suyo—, y el lector, si mira con atención, casi puede escuchar la copa alzarse.

    Has escrito un relato que no necesita gritar para ser memorable. Y eso, hoy en día, es un tesoro mayor que cualquier galeón.

    ¡Un abrazo, compañera!

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    1. Muchas gracias Tarkion por leerlo y comentarlo. Originalmente era un relato más largo, pero muchas veces se puede decir lo mismo sin entrar en cosas innecesarias. Yo escribo un poco como me gustan a mí mis lecturas. Sé que me faltan muchas cosas por aprender y manejar mejor y estoy en esa búsqueda siempre por mejorar. Me da gusto que te agrade, me anima a continuar. Gracias compañero…

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