Amor a la mexicana – Microteatro.

Mi participación para el reto del microteatro de febrero de Merche y su blog «Literature and Fantasy». Requisitos: Que sea una historia de amor con dos protagonistas tipo Romeo y Julieta.

Personajes:

Julieta
Romeo
Don Miguel (papá de Julieta)
Ramiro (hermano de Julieta)
Lupe (la nana)

Escenario: Una habitación de mujer, sentada en un escritorio Julieta lee lo que acaba de escribir en su diario:

Julieta: «Querido diario: Romeo y yo llevamos ya cuatro semanas saliendo juntos, a escondidas. Sabemos que si nos descubren, no nos lo van a perdonar nuestras familias…»

Entran intempestivamente Don Miguel, su padre y Ramiro, su hermano, quienes han estado escuchando tras la puerta.

Don Miguel:(La mira indignado). Teníamos nuestras sospechas, pero esto lo confirma. ¡Desvergonzada!

Ramiro: ¿Cómo pudiste? ¡La familia de Romeo son nuestra competencia! Nosotros siempre vendimos tacos en este rumbo y ellos vinieron y se nos pusieron enfrente para vender tacos también. ¡Hasta el nombre nos copiaron! Ahora hay dos taquerías que se llaman «El Gym», en una misma calle. ¡Desgraciados!

Julieta: (Sorprendida, indignada). Lo siento, pero el corazón no entiende de negocios. Además me ha prometido que nos va a decir el ingrediente secreto de su guacamole que está buenísimo.

Don Miguel:(Afectado, se toca el pecho). Nunca pensé que una hija mía me iba a romper el corazón de esta forma. ¡Esto es alta traición! Ramiro, te encargo que vayas y le des su merecido al tal Romeo, que aprenda a respetar.

Julieta: ¡Nooooooo!.

Ramiro: ¡Síiiiiii!

Julieta: Bueno, pero no le toques la cara. ¡Es tan guapo! Sería una pena que le dejaras la nariz chueca.

Don Miguel: Lo vamos a dejar que no lo reconocerá ni su abuela. Espera hijo, voy contigo.

Se cierra el telón y al abrirse de nuevo está Julieta en la cocina de su casa, frente a ella tiene un plato enorme de tacos. Se debe notar que ha llorado mucho, está desarreglada y come como si no hubiera un mañana. Entra su nana, Lupe.

Lupe: ¿Pero qué haces niña?

Julieta: ¡Necesito que me dé una indigestión! Necesito ponerme grave y que Romeo se entere y entonces vuelva. Mi padre y mi hermano tras golpearlo lo amenazaron con que si volvía le iban a hacer algo peor y ha desaparecido, ni una nota me dejó. Pásame uno de costilla nana, con muuuucha cebolla.

Lupe:(Mirando el platón de tacos espantada) ¿Cuántos llevas?

Julieta: (Lanza un sonoro eructo). Ya perdí la cuenta.

Lupe: Niña, esto no está bien. Ningún hombre merece que te enfermes por él.

Julieta: (A medio camino de zamparse otro taco) ¿No?

Lupe: Por supuesto que no. Y si Romeo vale la pena se pondrá en contacto contigo pronto o mejor aún, volverá a pesar de las amenazas, eso hace un hombre de verdad, un hombre valiente. ¡Como los de mis tiempos!

Julieta: ¡Ay Nana! No quiero perderlo, es que nuestro amor es único, no imagino mi vida con nadie más, sería triste, tan triste como una salsa que no pica o un taco sin tortilla. Nos casaremos y luego nos iremos a poner un puesto de tacos de cochinita pibil solo de nosotros dos. ¡Sí! Seguramente estará por llegar. (Cruza los brazos y mira un reloj de pared)

Lupe: Tan pronto no creo que llegue niña. Pero mientras no hay que desperdiciar. ¿Hay de pierna?

Julieta: ¡Síiii! Y está para chuparse los dedos… Mmmmhhh yo quiero uno más.

Lupe: (Con la boca llena) Uno nada más niña…

Julieta: ¡Ay Nana! ¿Y si no regresa?

Lupe: Te sobrepondrás, te aseguro que nadie muere de amor. Pero no te adelantes, la esperanza muere al último.

Las dos se quedan comiendo. Se cierra el telón.

Autor: Ana Laura Piera.

Mi microteatro en la revista «Masticadores Sur»

https://bloguers.net/votar/AnaPiera68

https://bloguers.net/literatura/amor-la-mexicana-microteatro

ELLA…

La quise desde siempre, desde que nuestras madres, compañeras en todo, se embarazaron por la misma época y andaban paseando por el pueblo sus vientres preñados de ella y de mí. De niños y luego de adolescentes fuimos inseparables; ella era una rebelde y yo la seguía en sus locuras, más que nada para cuidarla. Luego salí de Todos Santos para estudiar medicina y ya desde mi partida me ilusionaba el regreso y el momento de volver a verla pues siempre pensé que ella y yo estábamos predestinados a estar juntos.

Regresé convertido en una pequeña celebridad: “el hijo de Martina ya es doctor”, “pásele doctor”, “doctorcito, que gusto verlo”, Pero al notar su ausencia se me quemó el alma. Me contaron que después de mi partida, dejó de escuchar buenas razones y le hizo caso a ese diablo insaciable que se rebeló entre sus piernas. Después de dejarse devorar por los hombres de Todos Santos se mudó a otro lugar.

Llegué de noche a San Quintín, lugar miserable. Seguí las instrucciones que me dieron y me encontré tocando a su puerta. Se sorprendió de verme, pero no dijo nada. Seguía hermosa, pero sus ojos, que siempre se habían perdido en los míos, esta vez los evitaron. Me llevó al lecho mientras yo le hablaba en silencio, pues mi voz me había abandonado:

Ven, abrázame, hoy serás mía por primera vez. No me importa que tu cuerpo cobije otros cuerpos, esta noche te quiero como el primer día, como cuando en la oscuridad flotaba en mi tibio lecho de agua y soñaba con nosotros. Te daré lo que todos te dan y aún más, pues mi alma te pertenece. Leeré tus ojos, buscaré una señal, algo que me diga que me quieres, que esto es diferente que vendrás conmigo.

Pero al terminar me señaló un lugar donde dejar el dinero y no dijo nada. Leyó mi rostro que estoy seguro reflejaba decepción y dolor. Ella esbozó una sonrisa extraña. Entonces el sabor de su piel se hizo amargo y mis ojos se volvieron un mar, un mar salado

Autor: Ana Laura Piera / Tigrilla

Después de hacer este cuento tan crudo sentí la necesidad de hacer algo diferente con el tema del amor: