Desde la Oscuridad.

Mi propuesta para el VadeReto del mes de Mayo: un relato donde la oscuridad sea el elemento importante.

La india vestía pobremente, pero estaba limpia, llevaba una falda y blusa sencillas. Señaló un lugar en medio del piso de la plaza y dijo con vehemencia: «Ahí está ella, ¡sáquenla!»

Un capataz furioso se acercó y le gritó: «¡A quien vamos a sacar es a ti, y no regreses, o llamaré a la guardia!»

La joven, con la mansedumbre propia de los suyos, salió por su propio pie, mas a partir de aquel día se convirtió en un rostro familiar entre quienes, desde lejos, curioseaban las obras de mejora de la Plaza de Armas de Ciudad de México, convertida por muchos años, en un caótico y maloliente mercado. Había de todo: desde gente «respetable», hasta indios y personas de castas mixtas, estos últimos iban sucios, casi desnudos, cubiertos tan solo con una cobija o jerga. Corría el año de 1790.

«¡Ay Martina! ¿Se te hace justo? ¡Llevo más de 200 años inmersa en esta negrura!»

Venía soñando desde hacía tiempo con una voz femenina, curtida por el tiempo, que le hablaba.

«¿Y no tiene por ahí una vela que la alumbre? ¿Por qué está a oscuras?»

Se oyó un suspiro largo y hondo, cargado de recuerdos:

«Un día me bajaron de mi altar en lo alto y me escondieron aquí, en las entrañas de la tierra»

«¿Cómo se llama usted madrecita?»

«Haces bien en decirme madre, pues eso soy, tanto de dioses como de hombres por igual. Tengo muchos nombres, pero puedes decirme Coatlicue. Alguna vez fui venerada por los tuyos, hoy, pocos se acuerdan»

«En casa no se hablaba del pasado. Papá prohibió a mi abuelo contarnos nada, decía que lo anterior fue pecaminoso y que debíamos olvidarlo»

Martina era muy sensible, y le daba mucha pena imaginar a esa anciana envuelta en tinieblas. Antes de la remodelación, iba a la plaza, a un lugar específico que la diosa le había mostrado, ponía flores y empezaba un padrenuestro, aunque por alguna extraña razón, no lo sentía apropiado y se interrumpía. Quería expresarse de otra manera, pero no sabía cómo. Invariablemente, la corrían, ya fuera algún español o un criollo empoderado. «¡Ustedes afean esta ciudad! ¡Lárgate a tu casa india de mierda y no salgas! ¡Llévate tu basura! ¡Maldita plebe!»

«Martina, ya me van a sacar»
«Sí, el capataz ha movido a las cuadrillas muy cerca de usted madrecita, creo que quedó intrigado»
«¿Estarás ahí para verme?»
«No me lo perdería por nada»

El día que la luz volvió a tocar el cuerpo de Coatlicue, el asombro fue general. Con muchos trabajos la pusieron de pie y el gentío que la miró, quedó perplejo. Martina no pudo evitar arrodillarse, su corazón se conmovió y derramó lágrimas de felicidad al verla liberada.

Era una mole de más de 24 toneladas, tallada en dura piedra de andesita semejando una figura femenina. Para la mayoría resultó una monstruosidad: No tenía cabeza, dos serpientes emergían de su cuello cercenado, simbolizando chorros de sangre. Tenía los pechos caídos, como los de una mujer que ha conocido la maternidad. De su cuello pendía un collar de corazones y manos humanas y un cráneo en medio. Un cinturón formado por una serpiente bicéfala sostenía una falda hecha de estos reptiles.

Entre los presentes, muchos no dejaban de persignarse aterrados, otros gritaron que aquello era un ídolo pagano y que debía destruirse. El corazón de Martina desfalleció al escucharlos, no podía imaginar ver a Coatlicue en pedazos. Las autoridades llevaron el monolito a un rincón de la Real Universidad Pontificia por órdenes del virrey, el segundo Conde de Revillagigedo, quien pidió que los sabios de la época la investigaran.

«Me tienen miedo, niña. Ellos no saben descifrarme. Solo entienden lo que conocen: la guerra, la muerte, pero también soy renacimiento, fertilidad y amor. Dime, ¿te causo temor?»
«¿Temor? No. Respeto, sí»
«Haces bien, hija».

Unos meses después se descubrió la llamada «Piedra del Sol» o «Calendario Azteca». Era un círculo perfecto, con fechas grabadas, una especie de almanaque indígena. Los españoles, por aquel entonces, deseaban demostrar que no conquistaron un pueblo bárbaro e ignorante, como decían sus enemigos. Y ese monolito era una prueba de que sus victorias sobre los indios tenían mérito. La «Piedra del Sol» fue empotrada en la torre poniente de la Catedral Metropolitana para que todos la vieran. Coatlicue mientras tanto, seguía arrinconada en la Universidad, pero hasta ahí se colaban algunos para verla y venerarla.

«Martina, la gente viene y me deja ofrendas, se arrodillan frente a mí»
«Sí, madre, yo misma he llevado cirios, veladoras y flores. Queremos recordar»
«Te mostraré todo en sueños hija. Hubo un tiempo en que éramos más de lo que somos ahora. Y también llegará el día en que retomaremos nuestro propio camino. ¿Sabes? Sé que volveré a la oscuridad»
«¡No! ¿Por qué?»
«Ya te lo he dicho, no pueden descifrarme y no les gusta que la gente quiera asomarse a su pasado»

Pocos días después, Martina ya no encontró a Coatlicue en la Universidad. Se había dado la orden de volverla a sepultar. Los monjes dominicos que tenían a cargo el Instituto, la consideraban una obra del demonio y una mala influencia para los estudiantes, sobre todo, les asustó ver a los indios adorándola después de casi 300 años de evangelización.

«Otra vez estará envuelta en un sudario de tinieblas» pensó con angustia.

Los sueños siguieron y Coatlicue le habló del pasado, pero también del futuro. Ella a su vez transmitió a otros lo que la diosa le enseñaba. Veinte años después, cuando comenzó el movimiento independentista, Martina se encontraba entre las filas de quienes buscaban la libertad. Entre ellos también había criollos, como Agustín de Iturbide, en cuya bandera insurgente había un águila y una serpiente, emblemas del pueblo derrotado por los españoles y que ahora buscaba su propio camino, como había dicho Coatlicue.

«¿Sabes hija? Nunca fui más feliz que cuando estuve sobre mi altar en lo alto, pero ver despertar al pueblo, se asemeja mucho»

FIN.

Autor: Ana Piera.

Si eres tan amable de dejar comentario, no olvides poner tu nombre. WordPress a veces pone los comentarios como anónimos. Gracias.

Nota: Coatlicue fue una de las principales diosas mexicas. Se encontraba en lo alto del Templo Mayor. Había cuatro de estas temibles figuras, todas con diferentes variaciones entre sí. La que nos ha llegado más completa es Coatlicue. Cuando los españoles llegaron a Tenochtitlán, Cortes obligó a Moctezuma a que la bajaran, hay recuentos hechos por los conquistadores (Andrés de Tapia) sobre lo que vieron en lo alto del Templo Mayor y que permiten reconocer el monolito de Coatlicue; también se narra la proeza de cómo la bajaron, para ser sustituida por imágenes cristianas. En cuanto a Coatlicue, ella fue «escondida» para que nadie la viera.

Fue descubierta, como dice el relato, durante los trabajos que se hicieron para remodelar la Plaza de Armas. Hubo muchas opiniones sobre lo que significaba la escultura, pero en realidad nadie la entendía. Como los indios empezaron a llevarle ofrendas, las autoridades de la Universidad decidieron volverla a enterrar. La deidad fue desenterrada en dos ocasiones: en 1803, a petición de estudioso Alejandro de Humboldt; y, en 1823, cuando el inventor William Bullock solicitó hacerle una copia en papel maché y se la llevó a Londres para exhibirla. En 1825, el primer presidente de México, Guadalupe Victoria, la desenterró y la puso como obra de arte en el nuevo Museo Nacional.
En 1964, con la fundación del Museo Nacional de Antropología, la Coatlicue al parecer encontró su lugar definitivo. En el año 2000 la Sala Mexica fue reacondicionada y la diosa instalada en el lugar en donde hoy la podemos contemplar.

Coatlicue en el Museo de Antropología de Ciudad de México AQUÍ

Todo sobre Coatlicue AQUÍ

Coatlicue y la Piedra del Sol AQUÍ

Lo prehispánico como signo de identidad nacional AQUÍ

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35 comentarios en “Desde la Oscuridad.

  1. Cada texto que leo, termina sorprendiéndome más ,amiga. Tanto por tu mezcla de ingenio e imaginación que llevas dentro , conjugado con la realidad que muchas personas como yo desconocemos. Eres una persona maravillosamente instruida y buscadora de historias reales con lo que creas unos escritos fantásticos. Gracias por dejarnos estos fragmentos que ,al menos a mi, me llevan a soñar.

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    1. Hola amiga, muchas gracias por leer, lo aprecio mucho. Aquí un poquito de cosas de México mezclado con fantasía. Gracias por apreciarlo. Te mando un abrazo, seguimos por whatsapp, saludos.

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  2. Ana, qué relato tan poderoso. Detrás de cada frase que has tejido con delicadeza, hay una fuerza telúrica que atraviesa la historia —como si Coatlicue no solo emergiera del suelo, sino también de nuestra conciencia.

    Lo primero que me ha impresionado es cómo logras equilibrar historia y mito con naturalidad. La forma en que Coatlicue aparece, habla, respira a través de los sueños de Martina, no parece producto de la ficción, sino de una verdad más profunda, casi arquetípica. Como si fuera inevitable que hablara, que volviera a reclamar su lugar. Me ha recordado lo que decía Borges: que hay ficciones que se sienten más reales que la realidad misma.

    Y ahí entra Martina, ese hilo conductor tan humano, tan vulnerable y fuerte a la vez. Me ha parecido preciosa la relación que construyes entre ambas, cargada de ternura, respeto y una conexión ancestral que no necesita muchas palabras para sentirse auténtica. El diálogo entre ellas no es solo espiritual, es político, es cultural, es íntimo. Es el eco de todas las Martinas que han sido silenciadas.

    Porque ahí está, sin subrayarlo ni hacer alarde, la gran fuerza subterránea del relato: la opresión. La de las culturas negadas, los cuerpos invisibilizados, la historia tapada bajo capas de vergüenza impuesta. Pero también la opresión íntima: la de una niña a la que se le niega el derecho a recordar; una joven a la que se desprecia por ser india; una mujer que intuye que algo más existe, pero no encuentra el lenguaje para nombrarlo…

    Narrativamente, el ritmo es sereno, envolvente, y la ambientación histórica está tan bien trabajada que da gusto perderse en ella. No hay explicaciones forzadas: todo fluye desde la emoción y el simbolismo. La forma en que describes a Coatlicue, con ese respeto profundo y ese toque poético nos lleva a comprender que estamos ante algo sagrado… aunque sea incómodo para muchos.

    Y termino con lo que más me ha calado: la idea de que Coatlicue es temida porque no puede ser descifrada. Es una frase que trasciende el relato. Porque hay memorias, cuerpos, culturas, lenguas, deidades… que incomodan precisamente por eso: porque no caben en los márgenes de lo impuesto. Porque recordar también es resistir.

    Gracias por este texto. Ah, y por los enlaces. Me ha encantado todo.

    Un abrazo enorme.

    Tarkion-Miguel.

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    1. Hola Miguel, muchas gracias por tu lectura y comentario. Los aprecio mucho. La verdad para mí es un gusto difundir cosas de nuestro pasado prehispánico, con sus luces y sus sombras, porque parte de eso pervive hoy y permea nuestra cultura. Hace unos meses me hice una prueba de adn para conocer mi etnicidad. Y fue una gran alegría para mí ver que tengo un 16% indígena, y de una zona donde no se rindieron nunca y pelearon hasta morir y quedaron muy poquitos. Yo no soy anti-española ni nada de eso, (mis dos abuelos son nacidos allá y según el estudio tengo un 64% español y otras cosas curiosas).
      Creo que alguna potencia de la época, tenía que terminar conquistando estas tierras por la diferencia de tecnología armamentística y al menos con los españoles hubo un mestizaje no como con otras naciones conquistadoras, que sí que aniquilaron a la población o los relegaron a reservas.

      Me siento muy orgullosa de mi herencia indígena y cuando escribo sobre estos temas trato de hacerlo con mucho cuidado. Porque la mayoría acá somos producto de ese choque cultural y mestizaje y sin eso no existiríamos. Y sí, la Coatlicue es una figura temible en su forma, pero como en todo lo prehispánico hay dualidades y matices, como dice el relato ella es más cosas que muerte o destrucción. Te mando un mega-abrazo.

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  3. ¡Hola, Ana!

    Me ha gustado mucho cómo has recreado con la viveza y naturalidad de tu prosa un pasaje histórico tan importante para la cultura mexicana.

    Gracias a tu relato he aprendido mucho más, incluso profundizando en el simbolismo de la Coatlicue he visto que entronca con el simbolismo universal de muchas otras culturas; incluso se asemeja a la Virgen cristiana en la manera en cómo lleva en su vientre un ser divino (engendrado de modo sobrenatural) que será nada menos que el dios del Sol (también Cristo representa al sol); pero también se encuentran semejanzas con la cultura hinduista y muchas más.

    Super interesante. Se nota todo el cariño que le has puesto.

    ¡Un fuerte abrazo!!

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    1. Hola Maite, si es curioso eso de cómo hay simbolismos universales. Acá en México, se dio un sincretismo y muchas veces por ejemplo Coatlicue (en su advocación de Tonantzin, que era otro de sus nombres) es reemplazada por la Virgen. Los adoratorios de la diosa se convirtieron en lugares de adoración «cristiano», al principio los indígenas iban y secretamente seguían adorando a Tonantzin pero con el tiempo y la evangelización se acostumbraron y aceptaron lo nuevo. Es muy interesante ese fenómeno que se dio aquí y todo por los paralelismos entre Tonantzin-Coatlicue y la Virgen, que ya mencionaste. Gracias por leerlo y comentarlo, lo aprecio mucho.

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  4. Hola Ana

    ¡Qué triste y a la vez hermoso relato! Triste por la incomprensión y soberbia de la que hicieron gala los conquistadores con obras grandiosas como esta Coatlicue que debía inspirarles terror. Y hermoso porque has sabido mezclar historia verídica con fantasía para darnos un relato emocionante.

    Conocí a Coatlicue en 1976 en el maravilloso Museo Nacional de Antropología, en mi primer viaje a México que me enamoró y cada vez que leo uno de tus relatos sobre la cultura mexica, cierro los ojos y estoy ante ellos. ¡Me encanta cómo me tomas de la mano y me sirves de guía!

    Decía que Coatlicue les debía haber aterrorizado porque todo en ella impresiona, empezando por su estatura y siguiendo por las serpientes que salen del cuello simbolizando la sangre que brota, por las manos y pies que terminan en garras, por el collar de corazones y manos humanas en el cinturón. Además, está tallada con una cierta inclinación y si te paras enfrente a ella, parece que está caminando hacia ti.

    Me imagino las cavilaciones de qué hacer en aquella época con una diosa que inspiraba tanto terror y devoción a la vez, devoción que has plasmado muy bien en el entrañable personaje de Martina.

    ¡Felicitaciones Ana! No sé si se notó, pero me encantó tu relato.

    Un abrazo fuerte

    Marlen

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    1. Hola Marlen, me encanta que te haya gustado y más que hayas estado en el Museo de Antropología y conozcas a Coatlicue, que sí es una figura temible pero como todo lo prehispánico hay dualidades, matices, y una manera de entender el mundo muy particular. Si alguna vez vuelves a México te recomiendo vayas al Templo Mayor y al museo de sitio que hay ahí. Te encantará. Gracias por tu comentario. Te mando otro abrazo bien fuerte desde la tierra de Coatlicue.

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      1. Me encantaría volver a México, pero no es nada fácil. El Templo Mayor no existía cuando yo estuve por allí, pero me gustaría mucho conocerlo.

        ¿El Museo de Sitio te refieres al de Teotihuacan? En aquel tiempo aún se podía subir a las pirámides y me di el lujo de hacerlo. El tema fue cuando quise bajar, me costó mucho porque me daba vértigo. 🤣

        Un abrazo.

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        1. Hola Marlen, no, el museo de sitio del que te hablo es el del Templo Mayor, que es una zona arqueológica en el centro histórico de la ciudad y son las excavaciones del templo más importante de los mexicas, cada gobernante construia otro templo sobre el antiguo, así hay varias capas de templos e inclusive se ve el primero, que ningún español vio por estar cubierto por los más «nuevos». Su museo tiene cosas interesantisimas. Ojalá alguna vez lo puedas ver.
          Teotihuacán está fuera de la Ciudad de México y sí, todavía dejan subir hasta donde yo sé pero con restricciones de número de personas. Yo he ido varias veces, y he subido all Templo de la Luna y al del Sol, la vista es maravillosa desde ambos, pero si, bajar cuesta bastante trabajo. Te dejo un abrazo.

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  5. Hola, Ana, guau, me encantan estos relatos tuyos que combinan historia y ficción. Al estilo también de Marlen o de Themis. Porque no solo valen por lo que cuentan, sino también porque se aprende. Me alegra que al final recuperaran a esta diosa y quedara expuesta para admiración de todos. Da igual la apariencia, era importante para el pueblo indio y, por tanto, debía ser considerada.

    Genial aporte al reto

    Un abrazo. 🤗

    (Soy Merche)

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    1. Hola Merche, sí, la historia de Coatlicue es única por la razón esa de que luego de descubierta la volvieron a enterrar y varias veces. Me gusta difundir un poco de la cultura prehispánica y sé que muchas cosas resultan incomprensibles para extranjeros, pero la forma de entender el mundo de los pueblos prehispánicos era única y muy diferente de la de los europeos. Por supuesto había luces y sombras y no todo era color de rosa. Los mexicas fueron un pueblo guerrero y conquistador y también una forma de consolidar su dominio era a través de símbolos que imponían temor. Sin embargo todo elemento prehispánico tiene matices y dualidades, cumplen una función en el ciclo de la vida terrenal y la que pensaban que vendría después de la muerte. En fin, es todo un tema. Gracias por leerlo Merche.

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  6. Hola, Ana:

    Vaya relato más impactante, me ha encantado y además he aprendido cosas que no sabía.

    Transmites muy bien la lucha entre la identidad cultural, la imposición de una nueva visión del mundo y el rescate de una historia silenciada. La relación entre Martina y Coatlicue es muy emocionante, y la diosa ancestral no solo es un símbolo, también una guía espiritual que conecta el pasado con el presente y el futuro.

    Además, el contraste entre las reacciones del pueblo ante el hallazgo de la estatua y la decisión de ocultarla nuevamente, refleja la dificultad de aceptar una herencia que incomoda a quienes detentan el poder, siempre ha sido así. Y una maravilla las últimas palabras de Coatlicue.

    Un abrazo!!

    Beatriz (Historia en Bloguers)

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    1. Hola Beatriz, muchas gracias por leerlo y comentar. Me da gusto si este cuento puede mostrar un poquito de la cultura mexicana, porque todo lo prehispánico sigue permeando nuestra forma de vivir y para mi es muy importante y estoy muy orgullosa de nuestras raíces, tanto indígenas como españolas. Gracias por pasar. Te mando otro abrazo desde la tierra de Coatlicue.

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  7. ¡Hola Ana! Siempre de los siempres he admirado tu interés, conocimientos y demás por el mundo prehispánico. Contigo se aprende mucho, de verdad. Contagias tu pasión por el tema porque claro que sí, debemos estar muy orgullosos. ¡Me impresiona el examen que te realizaste para descubrir en él tus raíces! Eres increíble Ana, de verdad. Tu ingenio, tu facilidad para mezclar historias reales con la ficción, definitivamente son parte de un don muy grande. Te dejo un super abrazo 🤗

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    1. Mil gracias Maty. La verdad el examen fue solo una curiosidad, no cambia nada, si acaso estar más consciente de que somos «ciudadanos del mundo». Si te interesa, no salen tan caros, los hacen en Ancestry o en MyHeritage (puedes buscar las páginas) hay otros también. Te mandan un kit donde pones tu material genético en forma de saliva o un frotado de boca y tan tan. De verdad es interesante y salen unas cosas muy locas jejeje. Saludos y otra vez gracias por pasar.

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  8. Hola, Ana.

    Como siempre que nos mezclas historia y ficción en tus relatos, es un placer ir conociendo tu maravillosa cultura ancestral.

    De la misma forma en que se rebela ante los protagonistas del cuento, la vista de la efigie nos hace sentir terror, porque es difícil su interpretación; pero también nos empuja hacia la curiosidad y el misterio por desvelar una representación tan increíble y fantástica.

    Me ha encantado la forma en que nos has ido presentando a la Diosa a través de su diálogo mental con la chica india. De esta forma, nos muestras sus emociones y sus cualidades positivas.

    ¿Cuánto habrá por descubrir y entender de tan excelsa cultura?

    Felicidades por el cuento y por pertenecer a una dinastía tan prodigiosa. Y muchas gracias por otro grandísimo regalo histórico, místico y emotivo para el VadeReto.

    Abrazo Grande.

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    1. Muchas gracias José, ya sabes que cuando hay oportunidad siempre meto a mis mexicas. Lo hago porque me siento orgullosa y me gustaría que la gente entienda un poco más. Gracias porque tus retos son maravillosos y nos sacan de la zona de confort para arriesgarnos y escribir. Te dejo abrazos…

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  9. Hola Ana, tu relato tiene mucha fuerza. No es la primera vez que abordas temas relacionados con la cultura precolombina en tu tierra. La verdad es que el tema del Descubrimiento por parte de los españoles da mucho que hablar y aunque algunos hacen alarde y defensa para mí no hay excusas que justifiquen el intento de aniquilación de las culturas indígenas que tan bien y respetuosamente defiendes.

    Bien narrado y bien referenciado al final. Enhorabuena!

    Un abrazo!

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    1. Hola Lady, gracias por tu comentario. Me gusta escribir sobre lo prehispánico, sí, pero de ninguna manera trato de «denunciar» o poner a los españoles como los malos. Los mexicanos de hoy somos producto de ese choque de culturas y al menos los españoles, permitieron un mestizaje. Toda conquista causa pérdidas humanas, los mismos aztecas eran conquistadores de otros pueblos y al momento que llegan los españoles, esos pueblos que los odiaban se aliaron con los invasores. Así que nuestro proceso fue complejo y no hay ni blanco ni negro sino matices. Yo no estoy de acuerdo con mucha gente de acá que es anti-española, cuando somos pueblos hermanos. Muchas gracias por tu comentario y visita que aprecio muchísimo. Abrazo fuerte.

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  10. Hola Ana, cuanta fuerza en tu relato, me gusta mucho como combinas historia con ficción, además de disfrutar de esa ficción aprendemos esa historia que forma parte de ti.

    Muchas felicidades. Un abrazo.

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  11. Hola Ana, dejas una reflexión sobre la importancia de recordar y valorar las raíces culturales. La historia de Coatlicue, enterrada y desenterrada varias veces, es un reflejo de cómo la memoria histórica es constantemente silenciada y recuperada, además mezclas lo histórico con lo mítico (y eso me encanta), logrando una atmósfera envolvente y emocionalmente impactante. Abrazos desde Venezuela

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      1. Me pasa lo mismo, creo que tenemos eso en común, me gusta introducir elementos y paisajes propio de mi país, y en especial resaltar lo autóctono. Educar a través de nuestras historias.

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  12. Hola Ana. En esta maravilla de relato nos acerca a la riqueza cultural prehispánica con el trasfondo de la opresión colonial, usando la oscuridad como un símbolo poderoso. Con sensibilidad y misticismo capturas la voz de Coatlicue, la diosa madre, no solo como una deidad olvidada, sino como un eco vivo de la memoria colectiva de un pueblo silenciado. La figura de Martina, humilde pero profundamente conectada con su herencia, actúa como un puente entre el pasado y un futuro de resistencia, encarnando la lucha por la identidad y la dignidad.

    El uso de la oscuridad es magistral: no solo representa el entierro literal de Coatlicue bajo la tierra, sino también la supresión cultural y espiritual de un pueblo. Sin embargo, logras que esta oscuridad no sea solo opresiva, sino también un espacio de gestación, donde los sueños y la memoria florecen, preparando el terreno para el renacimiento. La prosa, cargada de imágenes poéticas y diálogos íntimos, evoca una atmósfera de reverencia y resistencia, mientras que la tensión entre el temor colonial y la veneración indígena añade capas de complejidad.

    Tu relato brilla por su capacidad de humanizar a una figura mitológica como Coatlicue, dándole una voz que es a la vez ancestral y profundamente maternal. En conjunto, es un texto que no solo honra el VadeReto, sino que trasciende al ofrecer una reflexión conmovedora sobre el poder de lo que yace oculto, esperando su momento para resurgir.

    Enhorabuena.

    Un abrazo.

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  13. Hola Ana

    Me ha encantado conocer un pedacito de historia de tu tierra. ¡Qué bien la has narrado! Me ha gustado mucho que plasmes las dos miradas. LA misma imagen y qué distinta la ven. Todos los ojos no miran igual.

    Muchas gracias por los enlaces para conocer un poco más sobre este momento histórico.

    Un saludo

    Mª José Sánchez

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    1. Hola María José, gracias por tu comentario. Me gusta difundir un poco algo de la cultura prehispánica de México. Tienes toda la razón de que no todos los ojos miran igual. Y para entender las culturas prehispánicas, hay que olvidarnos un poco de nuestra mirada moderna y de nuestra ética actual. Ellos tenían otros valores y creían otras cosas. Para ellos mantener a los dioses contentos era una forma de que el mundo continuara. De nuevo, gracias por tu visita. Saludos.

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  14. En La Historia de Sinardia estoy desenterrando algunos dioses prerromanos de Iberia, anteriores a Roma, aunque desde luego aquí a nadie se le ocurre llevar cirios a esos dioses tan antiguos (por ejemplo, el Lantarón cántabro). Desde prácticamente la entrada de los romanos, quedaron como leyendas o cuentos típicos de la tierra y, en algunos casos, son muy originales. Con el descubrimiento, en la provincia de Badajoz sobre todo, de restos de la civilización tartésica (lo que se considera por muchos como la Atlántida descrita por los griegos), se ha comenzado a investigar una cultura tan antigua como rica, de la que estoy segura vamos a poder sacar multitud de historias basadas en la realidad de lo descubierto.

    Para mí, es interesante la recuperación de los dioses mexicas por parte de un sector de la sociedad mejicana, lo que no ocurre (o, al menos, no lo veo) con los de otros pueblos tan originarios de allí como ellos (tlaxcaltecas, totonacas, etc.).

    Saludos cordiales.

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    1. Hola, wordpress me puso tu comentario como anónimo. Gracias por comentar. Respecto a tu último comentario: los dioses mexicas y los dioses de las otras etnias que había aquí son prácticamente los mismos, pueden variar en forma pero son los mismos, pues todos los pueblos venían de un tronco común que se fueron esparciendo por el territorio. Al final los mexicas se convirtieron en un imperio que dominó a casi todos los demás y tal vez por eso cobran un poco más de relevancia. Pero si tu viajas dentro del territorio mexicano, verás que en toda ciudad hay museos que hablan sobre la cultura de esa región en particular. Y en el museo de Antropología de Ciudad de México, además de la magnífica sala mexica hay salas para las otras culturas: Teotihuacanos, toltecas, mexicas, culturas de Oaxaca, culturas de la costa del Golfo de México etc…

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      1. No dudo que haya museos, Ana, pero siempre se habla de los mexicas, nunca de los demás. Son ya muchos comentarios los que he leído sobre cultura mejicana. Es simplemente una apreciación, como alguien que no es mejicana, desde fuera y me resulta interesante. Nada más.

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