La Soledad de los Vencidos. – Cuento Corto.

Mi participación en el VadeReto del mes de septiembre, donde se nos propone explorar las distintas formas de soledad, escoger la que más nos inspire y construir un relato. La palabra «soledad» deberá estar incluída en el texto.

Toma de Tenochtitlan, autor desconocido.

Camaxtli sintió frío y se pegó por detrás al cuerpo de su hermana menor, Ameyalli, quien temblaba como un pajarillo asustado. El huipil de Ameyalli olía al humo de la ciudad prendida fuego y la cual habían tenido que atravesar para ponerse a salvo. El muchacho pasó su mano libre a ciegas por el rostro de ella, acarició con ternura su frente y al pasar por sus ojos, sus dedos se humedecieron con lágrimas. Más allá, en cuclillas, y asomado al barranco, estaba su abuelo Maxtla. Ahora parecía más viejo de lo que realmente era. Él hubiera preferido quedarse a morir en Tenochtitlán, pero algo le había impelido a intentar salvar a sus dos jóvenes nietos.

Horas antes, estremecidos luego de ver a sus padres morir flechados cuando tiraban piedras desde la azotea de su casa a los invasores, los chicos siguieron las instrucciones de Maxtla para intentar salir de la ciudad. Se habían escurrido como sombras entre las casas ahora desiertas de vida, las calles ensangrentadas y llenas de cadáveres, y los templos derruídos. La venganza se paseaba por las calles de Tenochtitlán y no respetaba a nada ni a nadie. Del cuello de Camaxtli pendía un dije con la imagen de la diosa protectora Cihuacóatl y cuando sentía que sus fuerzas estaban al límite lo envolvía con sus manos, aunque ya sin mucha fe, pues los dioses habían sido sacados de sus templos, arrojados desde lo alto y hechos añicos.

A duras penas lograron salir a una de las riberas del lago y abordaron una canoa cuyos ocupantes, guerreros mexicas, ya llevaban al menos un día muertos. Camuflados entre los cuerpos inertes, que ya hedían, y con la canoa a la deriva sobre el lago de Texcoco, lograron evadir la vigilancia que los hombres barbados ejercían desde los bergantines y también la de los feroces adversarios tlaxcaltecas y de otras etnias enemigas, que patrullaban en otras embarcaciones. En un momento dado, escucharon el silbido característico de una lluvia de flechas, que se clavaron en las carnes macilentas de los que ya no vivían. Los fugitivos encallaron en una orilla poco vigilada del lago. Salió primero Maxtla, y después de asegurarse que nadie los viera, ayudó a los muchachos a desembarcar. Haciendo un gran esfuerzo, pues no se habían alimentado bien los últimos días, caminaron muchas horas rumbo a la sierra y no pararon hasta llegar, al atardecer, a un lugar alto desde donde se podía ver agonizar a la capital del otrora poderoso imperio mexica.

Camaxtli reunió coraje para hacer la pregunta que venía bullendo en su corazón desde que se dieron cuenta que la ciudad, sitiada hacía más de ochenta días, ya estaba condenada.

—Abuelo, ¿por qué los dioses permitieron nuestra ruina? ¿Acaso no somos nada?—dijo con voz trémula mientras seguía abrazando a su hermana, que no decía nada, solo lloraba y tenía los ojos muy abiertos mirando al vacío.

Maxtla se levantó y se acercó al lugar donde sus nietos se encontraban, abrió la boca, parecía que iba a decir algo, pero no pudo, entonces bajó la cabeza y cayó al suelo, lamentándose como un animal herido. Mientras miraba a su abuelo llorar desconsoladamente en posición fetal, Camaxtli comprendió la magnitud de la soledad en la que se encontraban, el desamparo que sintió fue como un golpe en el pecho que por breves momentos le impidió respirar. Ya nada sería igual. Tomó su dije arrancándolo del cuello y se levantó hacia el despeñadero, ahí lo lanzó al vacío con todas sus fuerzas. Todo en lo que había creído se disipaba, como el humo de los incendios de su amada Tenochtitlán elevándose hacia el cielo.

Autor: Ana Piera.

El asedio de Tenochtitlán desde el lago de Texcoco es la batalla naval librada a más altitud de la historia antigua (2250 mts, snm.) y la primera en tierras continentales de América. El sentir de los vencidos quedó manifestado en poemas tristes sobre la conquista de la ciudad escritos en náhuatl, los puedes leer traducidos al español AQUÍ.

Entrada muy completa sobre la caída de Tenochtitlán

Trece bergantines y dieciséis mil canoas en el asedio a Tenochtitlán

https://bloguers.net/votar/AnaPiera68

https://bloguers.net/literatura/la-soledad-de-los-vencidos-cuento-corto/

Si eres tan amable de comentar, déjame tu nombre al final para saber yo quién eres y poder responderte. A veces wordpress pone los comentarios como anónimos.

37 comentarios en “La Soledad de los Vencidos. – Cuento Corto.

  1. Hola, Ana, qué historia más triste, cualquier guerra o similar nunca tendrá sentido, tampoco arrebatarle los pueblos, las ciudades, la vida a otras personas solo por ambición. Muy bueno. Genial aporte al reto de José Antonio.

    Un abrazo. 🙂

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    1. Gracias Merche. Sí, estas cosas siguen y seguirán. La gente seguirá sufriendo. En este caso el sistema de creencias de todo un pueblo fue desmontado, eso debió dar muchísimo temor. Gracias por tu comentario. Abrazote.

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  2. ¡Hola, Ana! Impresionante relato que bien puede trasladarse a la actualidad con las muchas barbaries y genocidios que asolan nuestro mundo. Muchas gracias por todos esos aportes sobre Tenochtilán. Fantástico aporte para el VadeReto.
    Saludos. AlmaLeonor_LP

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  3. Ana, parece que estuvieras en la piel de cada uno de estos protagonistas. Las guerras estúpidas, sin razón, el disparate más grande y brutal. Y pareciera también Ana, que hubieses vivido en esa época. Bella narración, triste la trama y muy aleccionadora. Un abrazo grandote!

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    1. Hola Maty, gracias por pasar y comentar. A mí la verdad es que todo lo prehispánico me apasiona y yo sé que lo que se vivió en Tenochtitlán se ha vivido en todas las épocas y lo han sufrido millones de personas. Imperios se hacen y luego caen y así es la cosa pero para mí, obvio como mexicana, lo ocurrido ahí tiene un significado especial. Te mando un abrazo.

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  4. Una ciudad en llamas que los muchachos tienen que atravesar es un comienzo muy llamativo que enseguida capta la atención.

    Describes muy gráficamente la desolación en Tenochtitlán y eso potencia el interés del relato.

    La diosa protectora Cihuacóatl les sirvió de poco.

    La fe no hacía acto de presencia: “(…) los dioses habían sido sacados de sus templos, arrojados desde lo alto y hechos añicos”.

    Aparte de los feroces enemigos barbados había adversarios tlaxcaltecas y de otras etnias enemigas, una situación especialmente difícil de la que sabes transmitir perfectamente la amenaza que pende sobre las vidas de los protagonistas.

    La descripción de la huida en la canoa te traslada segundo a segundo a esa vivencia como si la protagonizaras tú mismo.

    Es especialmente conmovedor este momento:

    “Camaxtli pregunta: —Abuelo, ¿por qué los dioses permitieron nuestra ruina? ¿Acaso no somos nada?—dijo con voz trémula mientras seguía abrazando a su hermana, que no decía nada, solo lloraba y tenía los ojos muy abiertos mirando al vacío”.

    El final es francamente evocador: “Todo en lo que había creído se disipaba, como el humo de los incendios de su amada Tenochtitlán elevándose hacia el cielo”.

    Me ha encantado. Me gustaría mucho seguir esta serie con este tema de fondo tan atrayente.

    Saludos.

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    1. Muchas gracias Marcos por tu visita y comentario. La verdad nadie sabe si hubo gente que escapó de la ciudad, porque los mexicas, desde sus casas pusieron el cuerpo para impedir el avance, hombres, mujeres y niños. Yo supongo que en caso de haber fugitivos, ellos podrían haber escapado de esta forma. Eran un pueblo sumamente religioso, militar, conquistador, exitoso y para ellos fue un verdadero shock el verse arrasados de esa manera. Nada nuevo, ha pasado a lo largo de la historia, pero cada vida que lo ha sufrido, tiene una historia que merece ser contada (aunque en este caso sea pura ficción). Gracias de nuevo. Saludos y abrazos desde México.

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  5. Hola Ana: cuánto dolor ante toda la destrucción. Has transmitido verdaderamente la soledad. Me encantó leerte. Por ahí leí que les gustaría seguir leyendo esta historia. Creo que a mi también. Da ganas de verlos recuperados con el tiempo en un lugar reconstruido y esa pequeña familia a salvo, sin tanta desesperación, sin tanta tristeza. Esperaré la continuación. Me pareció exquisito. Gracias por compartirlo. Abrazo grande.

    https://elisabetsusanadesimonerelatos.blogspot.com/

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  6. Hola, Ana.

    ¡Cómo me gustan tus cuentos Mexicas! Aunque este sea demasiado verídico y tan triste como todas las guerras e invasiones que hubo, hay y seguirán habiendo en este mundo tan oscuro.

    Has sabido reflejar maravillosamente esa Soledad que queda cuando se pierden los orígenes, la tierra, la familia. Un abuelo y sus nietos, dos generaciones dónde falta la intermedia, la que quedó para la inútil defensa. Una imagen que seguimos viendo hoy en día de refugiados y víctimas del odio y la conquista. No, no aprendemos.

    Muchas gracias por esta lección de historia, este relato de amor y resistencia, este grito de reflexión que debería de servirnos para mejorar. ¡Ojalá!

    Gracias por traerlo al VadeReto.

    Abrazo grande.

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    1. Hola José, sí, estas cosas increíblemente siguen pasando y se repiten desde que aparecieron pueblos imperialistas sobre la Tierra. Los mismos mexicas, al ser un pueblo sumamente religioso, cuyo desarrollo se basó en el imperialismo y el sojuzgamiento, tenían que sufrir la misma suerte que todos los imperios. Eso no quita que haya habido historias familiares, tragedias quizás, que merecen la pena ser contadas y aunque hoy no se saben detalles, yo me imaginé que ésta podría ser una posibilidad. Gracias a ti por tus retos. Abrazo.

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  7. ¡Ay, Ana! Impresionante. La soledad de asistir al fin de una era y perder hasta la propia identidad. Un cuento precioso que contagia tristeza y desamparo. Dolorido y muy emotivo. Me ha gustado muchísimo.

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  8. Precioso. Dentro de su crudeza…

    Me gusta mucho que narres desde el punto de vista íntimo de unos seres humanos que ven desplomarse todo su mundo. Es un enfoque que estremece porque muestra, descarnadamente, una realidad que destruye no sólo la vida humana, sino también aquello a lo que los humanos se aferran: ideales, fe… Y ese desamparo… esa gran soledad es lo que les queda…

    Siempre me haces meditar…

    Se agradecen los enlaces para profundizar más en aquellos hechos tan importantes de la historia de México, ¡y de España!

    Un abrazo! (Volarela)

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  9. Hola Ana.

    ¡Me encantan tus relatos que nos llevan a un pasado poco recordado! Nos traen el sabor de tradiciones y costumbres, el ruido de batallas y furias extremas. Pero también la amarga vivencia del desarraigo, de la pérdida de familia, casa y entorno. Un panorama que, lamentablemente, el hombre no ha logrado solucionar con más empatía por sus contemporáneos. Pareciera que nos resistimos a aprender, que puede más el odio y las rencillas que la vida de quienes tenemos cerca, que el amor por la humanidad, dejando el mundo inmerso en una tristísima soledad.

    A pesar del drama conmovedor, bellísimo relato el que nos regalas. ¡Gracias! Un abrazo grandote.

    Marlen

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    1. Gracias Marlen. Así es, todos estos dramas antiguos bien podriamos cambiarles nombres, vestimenta y lugar y están pasando hoy mismo, en este mismo instante. Es muy triste. Y al final Marlen, después de tanta lucha, guerra, ambición, envidia, querer colonizar y sojuzgar al otro ¿qué queda de los violentos y de sus víctimas? Nada, solo un montoncito de huesos, o cenizas en la tierra. Gracias por leer y por tu comentarios, lo aprecio mucho.

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  10. ¡Hola Ana! Una historia de conquistas en la que retratas a la perfección la soledad de perder tu hogar y a tu comunidad.

    Un texto muy interesante en el que la soledad toma una nueva perspectiva.

    Un saludo.

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    1. Hola Rocío, sí. Es una forma de soledad en la que a veces no pensamos: cuando te quitan todo, hasta tu fe. Y esa historia se repite desde que hay conquistas, conquistadores y vencidos, hoy lo vemos diariamente en los medios. Nada ha cambiado. Saludo de vuelta. Gracias por pasarte.

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