El Árbol Solitario.

Aprovecho para desearles a todos feliz año 2024.

Su existencia solitaria se hacía más difícil en invierno. En medio de la llanura, sufría los embates de las heladas y los vientos. Maldecía con fervor su semilla, que el viento esparció y lo había alejado de otros como él, sembrándolo en ese paraje desolado. Clamaba al cielo por el alivio de la muerte, quizás una tormenta de hielo que congelara su savia, o un rayo que lo partiera en dos y lo quemara por dentro.

En los últimos días del año, una tormenta formidable se desató sobre aquella zona y el árbol pensó que ahora sí tendría posibilidades de morir. Si sus raíces no se lo hubieran impedido, se hubiera movido hacia donde los rayos caían con más furia con la esperanza de que alguno le cayera encima. Al fin, un latigazo de luz hirió su carne de madera quemándolo por dentro. «¡La muerte!» —pensó agradecido.

Lo cierto es que el árbol no murió, pero quedó muy mal herido. Los dolores llegaron a ser tan insoportables que se sorprendió deseando alivio.
Con cada día que pasaba se iba sintiendo un poco mejor y al final del invierno casi había sanado por completo. Con la primavera salieron algunos brotes de hojas de su tronco chamuscado. Cuando su follaje se multiplicó, las aves, a las que antes no prestaba atención, volvieron a hacer sus nidos en él. Notó que aquellas pequeñas presencias aliviaban su soledad. Aprendió a apreciar las cosas a su alrededor y que antes eran invisibles para él: desde pequeñas lagartijas y ratones hasta las rocas que se encontraban cerca y que estaban cargadas de una belleza especial.

Con el cambio de actitud, vino el contentamiento y ya nunca pidió morir. También ese año comenzó a visitarlo por las tardes un niño que gustaba de leer bajo su sombra.

El árbol conoció la felicidad.

Autor: Ana Laura Piera

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30 comentarios en “El Árbol Solitario.

  1. Muy bello relato, el aprender a apreciar todo los regalos que nos rodean que llegan solos y que por ello no los sabemos mirar, esos pequeños detalles que diario nos da la vida y que por nuestra forma de concebir al mundo no podemos apreciar. Muy bueno lo que enseña, gracias Ana, abrazo grande y muy feliz Año Nuevo, que nos sigas regalando tus cuentos, gracias por ello

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      1. Suelen venir esas etapas presagian un crecimiento personal y como escritor. Mi consejo es no dejes de hacerlo, escribe aunque no te guste, aunque no publiques, la escritura no es otra cosa que una práctica que se une a nuestro ser interior en eterno movimiento. Te mando un abrazo grande y un Nuevo Año con un encuentro con una Ana que se está encontrando….

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  2. Qué mensaje tan bonito, Ana. El final es una puerta abierta que anima a deleitarse con un buen relato o libro.
    La lección de anhelo por la vida que transmites es bella y esperanzadora. Creo que siempre debe haber un impulso para dirigir tus pasos hacia construir y aportar algo positivo a tu existencia antes que dejarse llevar por ninguna actitud fatalista.
    Muy buen relato. Felicidades.
    ¡Y Feliz 2024!

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  3. WoW, que bonito Ana. El pobre árbol pedía la muerte, pero llegó a comprender que cuando le rodeaba podía ser un motivo para seguir adelante. Y ese niño que lee bajo sus ojos… Me encantó de principio a fin. Feliz año

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  4. Bonito, precioso. Además de la lección que nos deja, me hace pensar en que los árboles como las plantas, también sienten. Y sí, algo a veces nos ayuda a valorar todo cuanto tenemos a nuestro alrededor aún cuando las circunstancias parecieran ser adversas.
    Feliz año Ana! Abrazos fuertes.

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  5. Hola, Nuria.
    Este árbol tiene demasiado de humano. Necesita un gran batacazo para renacer de la caída.
    A veces, una fuerza de destrucción tan grande, como un rayo, es una fuente de rejuvenecimiento. Esa es la grandeza de la naturaleza.
    Enhorabuena. Me encantó este esperanzador relato.
    Un Abrazo y que el 2024 venga con más ilusiones, alegrías y ganas de crear bellas historias como las tuyas.

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  6. Hola Ana.
    ¡Precioso relato el que nos traes! ¡Preciosa reflexión para iniciar el año!
    A veces hace falta un golpe de la vida, para despertar del círculo pesimista que nos lleva a quejarnos por todo y por nada.
    Aprender a apreciar todo y todos los que nos rodean, pequeños grandes detalles que no sabemos mirar y que, como están siempre, ni apreciamos ni siquiera nos damos cuenta que están para ser disfrutados.
    Me encantó el nuevo comienzo del árbol, con la compañía de los pájaros, las pequeñas lagartijas y los ratones y de ese niño lector del que seguro escuchará bellos cuentos como este.
    Gracias Ana, por tus cuentos. ¡Que este nuevo 2024 nos regale muchos momentos hermosos y que sepamos apreciarlos! Un abrazo grande y ¡Muy feliz Año Nuevo!

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  7. Pues Ana, es un relato especial sobre el cual viene muy bien reflexionar en cualquier momento, pero al comenzar un nuevo año especialmente. Y me alegro que nos hayas regalado la posibilidad de leerlo.
    Un abrazo grandote desde Zarautz.

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  8. Es un cuento muy bonito porque a veces a todos nos sucede eso de perder el rumbo hacia un dichoso futuro durante un tiempo, a los osos les pasa cada año. Combaten el tedio engordando primero a base de bien y echando después una larga siesta hasta que, con la llegada de la primavera, les sirve de nuevo la ropa de la temporada. Los árboles necesitan cuidados que sólo puede aportar la cercanía de otros seres. ¿Y los humanos? ¡Joder que complicados y competitivos son los humanos! Un abrazo.

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  9. A veces los sufrimientos de la vida pueden ser un estimulo para cambiar emociones y actitudes. Como un trampolín sobre el que saltar psra comprender nuestro entorno e iniciar una nueva relación con la vida. Un abrazo.

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  10. Muy bello, Ana. Puede ser una metáfora de la vida, pero yo lo he leído en sentido literal porque conozco un árbol al que llamamos todos “el árbol solitario” que está en la cima de una colina. Casualidades del destino que todo lo que has contado le ha pasado a este también. Para mí es un árbol muy querido, muy sabio por sus muchos años, al que me acerco muchas veces e intento “dialogar” con él.
    Un abrazo!

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    1. Hola María Pilar. Haces muy bien en querer dialogar con él porque los árboles guardan mucha sabiduría en ellos para quien los sabe leer e interpretar. También dicen que abrazarlos es muy terapéutico. Te dejo abrazos, quizás no tan ricos como los de un árbol, pero abrazos con cariño.

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