Un Nuevo Comienzo – Microteatro.

Ésta es mi propuesta para el reto de «El Microteatro» de septiembre del blog Literature and Fantasy de Merche Soriano. El tema es «los inicios, escribir una escena que contenga el inicio de algo.

Escenario: Un dormitorio donde hay un espejo de cuerpo entero, muy antiguo.

Personajes: Esta historia se representa con 1 par de gemelas idénticas. Lola 1 y Lola 2

Lola 1 es un ama de casa, cabello descuidado, viste mandil y sandalias gastadas. Aspecto cansado y triste.

Lola 2 viste como ejecutiva, bien peinada, guapa, cuidada y feliz. La diferencia entre ambas debe ser muy notoria.

Celerino, marido de Lola. Hombre calvo, feo, panzón, cachetes de bulldog.

Escena única:

Lola 1 se encuentra frente al espejo, en posición de flor de loto, entra Celerino.

Celerino: (Indignado) ¿Se puede saber que carajo estás haciendo? Bajé a desayunar y no estaba mi desayuno.

Lola: (Disculpándose) Lo siento, hoy bajaste más temprano que de costumbre, Cele. Estaba meditando. Ahora voy y te hago algo.

Ambos salen de la habitación que queda vacía.

Celerino (solo se oye la voz): ¿Meditando? ¿Pero estas tonta o qué? Esas son puras estupideces y solo te hacen perder el tiempo. ¡Te dije que quiero tres huevos! ¡Sigue con tus tarugadas y te vas a poner más idiota de lo que estás! ¡Se te olvidó mi café estúpida!

Al mismo tiempo que se oye la voz, del espejo «sale» en medio de una niebla o humo blanquecino Lola 2. Esta se pasea por el espacio, escucha los gritos desagradables, hace gestos de indignación y se vuelve a meter al espejo (niebla).

Regresa Lola 1 a la habitación. Se acerca al espejo, lo acaricia, lo observa como queriendo desentrañar un misterio, luego se sienta frente a él cerrando los ojos, manos entrelazadas, como en oración. Entra Celerino.

Celerino: ¿Otra vez? ¿Pues qué traes? ¿Qué no tienes cosas que hacer?

Lola: (Se levanta, tono de disculpa). Sí, en seguida me pongo a limpiar la casa.

Celerino: (Satisfecho, se soba la panza). Así me gusta. Luego lavas mi carro. Ahora va a pasar Agustín por mí, nos vamos a ver unos asuntos. Oye, para cenar quiero que me hagas las croquetas de jamón que me hacia mi madre. Ya sabes, doraditas pero que no se te quemen como la otra vez.

Lola: Sí, Cele. ¿Me dejas dinero para ir a comprar lo que necesito?

Celerino: (Enojado). Pero ¿Me vas a decir que ya se te acabó lo que te di?

Lola: Es que era muy poquito Cele, y todo está muy caro.

Celerino: ¡Es que gastas en cosas innecesarias! No te sabes administrar. A ver cómo le haces porque no te voy a dar ni un centavo.

Lola: (retorciéndose las manos). Sí, Cele.

Celerino sale de la habitación. Lola se acerca a la puerta y aguza el oído. Se escucha un carro que se aleja. Suspira aliviada. Vuelve a ponerse frente al espejo.

Lola: (Hablando para sí misma). Juraría que hoy cuando me estaba vistiendo frente al espejo, vi el reflejo de otra mujer. Bueno, no era otra mujer, era yo, pero era como… otra versión de mí. He estado esperando volverla a ver. Ya intenté meditar y rezar pero no aparece. ¿La habré imaginado? ¿Tan mal estoy? Mejor me apuro, porque Celerino se enoja si llega y no ve la casa limpia y además tengo que lavar su carro. (Se dirige a la salida, actitud de derrota).

Lola 2 se asoma desde el espejo, (niebla ligera).

Lola 2: ¡Ey! Sí, tú…

Lola 1: (Emocionada) ¡Lo sabía! ¡No estoy loca! ¡Pero, si eres igualita a mí! Bueno, no igual, tú eres más linda.

Lola 2: ¡Toma mi mano! (Desde el espejo desaparece la cara de Lola 2 y solo se ve su mano extendida hacia Lola 1). ¡Tendrás un nuevo comienzo!

(Lola 1 se acerca cautelosa, mira esa mano extendida, mira hacia la casa, duda. Luego su cara se transforma y toma la mano de Lola 1 y ambas desaparecen en el espejo en medio del humo blanquecino).

Autor: Ana Laura Piera.

Una versión no teatralizada de esta historia está en «El Espejo», da clic ACÁ, si quieres echarle un vistazo.

https://bloguers.net/votar/AnaPiera68

https://bloguers.net/literatura/un-nuevo-comienzo-microteatro/

EL ESCARABAJO

«Convivir es difícil», pensó Cecilia mientras se ponía crema desinflamatoria sobre los golpes. «Las parejas tienen problemas, superaremos esto». Pero muy en el fondo sabía que no, que los arranques de Leo no eran normales y las palizas cada vez eran más frecuentes. Se maldijo por ser mujer pues ella no era contrincante para él. Reflexionó que en lugar de que a una le enseñaran a cocinar o a lavar ropa, mejor sería aprender a defenderse. Una vez ella había tratado de darle una patada en los huevos, pero le fue peor, ya que esa vez su marido le pegó como nunca. Terminó de ponerse el ungüento y cojeando fue a la cocina a preparar la cena de Leo y se la dejó sobre la mesa. Quién sabe a qué hora llegaría, últimamente le daba por llegar en la madrugada borracho y provocador.
Se durmió llorando de dolor y de coraje.

Despertó convertida en un gigantesco escarabajo. Vio con horror que en lugar de piel su cuerpo estaba cubierto con un exoesqueleto iridiscente y sus manos eran ahora tenazas mortíferas. «¿Pero qué diablos?», pensó mientras el miedo la dominaba. Aún conservaba su mente humana, pero sintió que con cada segundo el bicho la iba anulando cada vez más. Se dio cuenta de que Leo no estaba a su lado y se quedó ahí tratando de entender qué estaba pasando.

Escuchó o sintió, no supo diferenciarlo, una puerta abrirse. Bajó de la cama y cuatro patas peludas la llevaron al baño, donde Leo estaba orinando. Seguramente acababa de llegar después de coger con quién sabe quién, estaba borracho y le costaba mantenerse derecho. Una rabia incontenible se apoderó del insecto y violentamente entró al baño. El hombre apenas se dio cuenta de lo que pasaba. Las formidables tenazas cortaron el pene y Leo empezó a deshacerse en gritos de dolor que solo pararon cuando su cabeza cercenada rodó por el piso cual pelota. Todo fue rápido y automático. Ver a Leo así, decapitado y con el pene sangrante le dio una extraña satisfacción.

«¿Qué te pasa pendeja? Estás gritando como loca. Cállate hija de tu puta madre o te rompo el hocico». La silueta de Leo se dibujó en la puerta y Cecilia se percató que todo había sido un sueño. Se limpió la cara llena de lágrimas y se acomodó para seguir durmiendo. En ese momento tomó una determinación: lo dejaría por fin.

Autor: Ana Laura Piera / Tigrilla

https://bloguers.net/literatura/ella-el-escarabajo-microcuento/

Nota: Me queda claro que la violencia se ejerce, no por ser hombre o mujer sino por otros factores, y que no es privativo de un solo género. También que dentro de las relaciones humanas se dan muchos tipos de violencia: verbal, física, económica, etc.