La Reina Inolvidable.

Photo by Pixabay on Pexels.com

Mi participación en el VadeReto del mes de diciembre que va sobre re-escribir un relato a partir de una fábula clásica. Al final te revelo, si es que no lo adivinaste, de qué fábula se trata.

Todo lo que voy a contar, sucedió en un reino antiguo cuyo recuerdo el tiempo se ha encargado de borrar casi todo, excepto lo relacionado con Talis, una de sus últimas gobernantes. Quiso la suerte, los hados, el destino o como lo quieran llamar, que a esta mujer no le faltara nada: pues además de ser bellísima, era sabia y prudente. Sus padres murieron cuando ella aún era una niña, así que se convirtió en reina muy joven, a pesar de su juventud supo ejercer una administración eficaz, siempre escuchando a sus sabios consejeros y aprendiendo de ellos, logrando un reino próspero donde nadie padecía ni hambre ni injusticias. Su pueblo la amaba.

Cuando Talis cumplió 28 años, quienes la guiaban en la toma de decisiones, llevaban ya mucho tiempo pidiéndole que buscara un esposo, pues el tema de la sucesión apremiaba. A ella no le entusiasmaba la idea, pero finalmente aceptó.

Siendo muy sabia, ideó una prueba para determinar la valía de los pretendientes. Llegando ellos al reino, algunas personas disfrazadas de indigentes se les acercarían y pedirían ayuda, la reacción que tuvieran sería clave para escoger al que sería su consorte.Algunos, nada más ver al grupo de pobres, se regresaban a sus lugares de origen, pues imaginaban que las cosas en el reino de Talis no estaban tan bien como pensaban. Otros, asqueados, pedían que les retiraran de la vista a los necesitados y solo hubo uno, el príncipe Oto, que se interesó por la situación y bondadoso, les ofreció su ayuda. ¡Talis había encontrado a su compañero! Tan solo había un «pero», y era que él tenía una hermana gemela de la cual nunca se había separado y que no podría quedarse atrás . La reina aceptó la situación y consintió que su cuñada fuera a vivir cerca de ellos.

Amber era una copia exacta de su hermano Oto. Los dos era poco atractivos, rechonchos y de muy baja estatura, casi enanos, y la gente del reino siempre se preguntó qué le había gustado a Talis de él, mas como ya dijimos, ella era inteligente y sabía que la riqueza del alma y del intelecto eran más importantes que la apariencia física. Sin embargo, las buenas cualidades del príncipe no eran compartidas por su hermana.

Desde el primer momento, Amber quedó deslumbrada con Talis y, envidiosa, se preguntaba cómo era posible que tanta belleza y perfección se concentraran en una sola persona. Su sueño era ser como ella, o mejor, eclipsarla. Tenía dentro de su séquito a varias doncellas que día a día le procuraban información sobre cómo se vestiría la reina, qué zapatos y qué joyas usaría, y Amber intentaba parecerse a su cuñada poniéndose ropa, calzado y joyas similares. De igual manera, había sobornado a los cocineros para que le prepararan los mismos platillos que comería la soberana. En los eventos públicos imitaba sus gestos y su porte, aunque sus esfuerzos resultaban estériles, pues por más que lo intentara nunca podría replicar aquello que a la reina le salía tan natural.

A Talis le sentaba mal la actitud de Amber y la llenaba de tristeza que su cuñada no podía ser feliz siendo ella misma, pero nunca profirió hacia ella una palabra dura o hiriente, también se guardó de juzgarla pues entendía que cada persona lidia con sus muy particulares demonios.

Con el tiempo, Amber resintió incluso el cariño que Oto le tenía a su mujer y sentió celos. Todo ello la llevó a tratar mal a todos los que la rodeaban, aunque con Talis siempre se comportó sumisa y aduladora. Cuando salía a pasear, a menudo escuchaba a la gente burlarse de ella, lo que la mortificaba aún más.

Un día se le ocurrió que quizás su baja estatura, que siempre odió, fuera un impedimento para parecerse a Talis, así que mandó que le construyeran unos zancos para caminar.

El día que se presentó delante de la reina y del príncipe, usando sus zancos, todas las miradas se posaron en ella. Sin duda estaba más alta, aunque caminaba con torpeza e incluso se veía cómica. Oto pensó que esa obsesión de su hermana ya estaba yendo demasiado lejos y después de eso habló muchas veces con ella rogándole que reconsiderara su actitud, pero Amber no hizo caso.

La altura que le proporcionaron los zancos alivió un poco su infelicidad, pero era difícil caminar sobre ellos. Un día en que quiso ir al mismo paso que la reina en un desfile, se tropezó con su propio vestido y calló de cabeza, muriendo en el acto.

Pasado un tiempo la reina quedó embarazada, lo cual fue motivo de júbilo y celebraciones. Talis siempre lamentó la muerte absurda de Amber y el hecho de que se hubiera perdido de toda la alegría que trajo el pequeño principe al reino. Hoy casi nadie recuerda a Amber, pero el recuerdo de la reina Talis sigue fuerte.

La fábula que inspiró este relato es «La Rana y el Buey», de Esopo, que nos enseña sobre los peligros de la envidia y la importancia de la humildad.

Autor: Ana Piera

https://bloguers.net/votar/AnaPiera68

https://bloguers.net/literatura/la-reina-inolvidable-relato-corto/