Mi participación en el reto de El Tintero de Oro que este mes de Noviembre, tiene como tema: El Personaje y su Entorno. Hay que escribir un microrrelato en el que el entorno refleje las emociones del personaje.

La soledad era ahora algo tangible. Los objetos que alguna vez Héctor usó, se sentían cargados de recuerdos. Incapaz de hacerles frente, la androide se había encerrado en el módulo de recarga de la pequeña nave terrestre «Juno», desde donde podía ver, por una escotilla, lo obscuro del espacio, tan negro como su ánimo.
—«Control de Misión» a Nova. ¡Nova, responde!
Mientras la nave seguía su curso, un destello de luz anaranjada interrumpió la negrura habitual del espacio profundo.
—¡Aquí Nova! ¿Registraron ese estallido?
—Sí, proviene de una galaxia lejana. No hay explicación. ¿Por qué no respondías?
—¡Es una luz tan hermosa! Lo ha iluminado todo. ¡Hacía falta!
—Nova haz el favor de hacerte un autodiagnóstico. ¿Lanzaste fuera el cuerpo de Héctor como dicta el protocolo?
—Sí —mintió.
La bella luz anaranjada no duró. La «Juno» entró en un campo de asteroides. Aun con el escudo puesto, la nave recibió fuertes impactos. Nova parecía un alma en pena, Héctor la hubiera tenido abrazada protectoramente.
Cuando una nave alienígena tripulada por empáticos pidió permiso para abordar, «Control» se opuso, pero Nova desobedeció.
Al partir los visitantes, Nova se sentía ligera y optimista: los alienígenas pudieron rescatar la consciencia de Héctor y la pusieron en un aparato desde donde se proyectaba su holograma. Su cariñosa presencia se sentía ahora en cada rincón de la nave.
La «Juno» dejó de responder a «Control de Misión». Nova, la androide con sentimientos, y Héctor el holograma humano, trazaron juntos, una nueva ruta.
Autor: Ana Laura Piera.
249 palabras.
P.D. En este relato «juego» con la idea de una androide capaz de sentir como los seres humanos y además, desobediente. ¿Llegará el punto en que suceda así?
También me tomé una licencia sobre lo de la luz anaranjada. Sé que en el espacio no se puede ver la «luz», como la vemos en la Tierra, ya que el espacio no contiene aire u otros elementos que la puedan reflejar. Es gracias a la tecnología de nuestros días que se puede analizar la radiación emitida por los cuerpos celestes y podemos ver su «luz».
Autor:Ana Piera

