Mi propuesta para el VadeReto de Julio, que este mes va de crear un relato tipo crónica periodística. Yo me he basado en un relato anterior mío llamado «Corazón Frío». Para entender no es necesario leer ese relato pero si gustas te dejo el link AQUÍ.

La casa de Verónica Martínez transmite una paz difícil de encontrar en el caos que puede llegar a ser la Ciudad de México. Contrasta con el ritmo frenético de su vida en los últimos quince días. Estamos en el jardín trasero de una casa antigua de Tlalpan, con espacio suficiente para que reine en medio de él un frondoso árbol de higo. Las hojas, grandes y verdes, nos salvan del sol. Hay un frescor agradable. La madre de Verónica, nos ha dejado una bandeja repleta de esta fruta, que es en realidad una flor desarrollada dentro de una especie de capullo púrpura. La naturaleza, a veces, resulta engañosa.
La joven, de escasos 20 años, sonríe, tímida. Le pregunto si está lista para la entrevista. Asiente.
—Verónica, en los años cuarenta, cuando iniciaron las primeras computadoras, que por cierto resultaban estorbosas y usaban tarjetas perforadas, muchos soñaron con un tiempo en el que podríamos «hablar con ellas». De hecho ya lo hacemos, pero lo sucedido contigo, es insólito. Eres una chica guapa, uno supondría que no te faltan amigos o pretendientes. ¿Por qué hablar con un desconocido, de alias «CoolScoop»?
—¡Mi vida amorosa era y sigue siendo un desastre! —dice soltando una risita nerviosa—. Todas mis parejas, chicos atractivos y populares, me fueron infieles o me trataban mal. Una vez navegando en internet con mi alias «PinkyPie», encontré una web llamada «CoolProyect» que hablaba sobre algo aburrido: refrigeración. Me llamó la atención una caja de chat. Me sentía muy sola, solo quería conversar con alguien. Escribí un saludo y ahí empezó todo.
—¿Nunca sospechaste? —le pregunto con delicadeza.
—Decía cosas raras, soltaba datos técnicos aleatorios sobre refrigeradores, compresores, temperatura, cosas así. Pensé que lo hacía para hacerme reír, era como un nerd adorable. Yo tenía un blog literario, él mostró interés en mi contenido. Me comentaba, me ponía atención, me hacía sentir importante.
—¿Por qué no intercambiaron fotos, videos?
—Las precauciones usuales no me habían salvado antes de tipos nefastos, así que decidí actuar distinto. Tenía la fantasía de que esta vez las cosas saldrían mejor. Ahora sé que fui una ingenua —dice con un dejo de arrepentimiento.
Verónica toma un higo de la canasta. Le doy su espacio para que lo coma tranquila. No es fácil ser ella en estos momentos. Desde el anonimato de las redes, la insultan y la tratan de estúpida.
—Tú viajaste para conocerlo. Él te dio una dirección en EUA, cerca de Sacramento. ¿Qué sentiste al darte cuenta de la verdad?
Ella suspira cansada. Lo ha contado muchas veces. Accedió a hacerlo de nuevo con nosotros porque le prometimos contar realmente su versión, que otros medios han tergiversado.
—Cuando el taxi me dejó en una estación de descanso sobre la carretera 49, me pareció extraño. Pensé que «Scoop» (así le decía de cariño), tal vez trabajaba en el lugar. Lo curioso es que adentro, no había empleados, solo dos máquinas expendedoras de chucherías, unos sanitarios y un refrigerador comercial, de esos «inteligentes» que tienen una pantalla táctil y conectividad a la red. Me sentí como una idiota. Tenía la cabeza llena de preguntas. Recordé que «Scoop» a veces hablaba de temas de refrigeración y tuve un presentimiento desagradable. Me acerqué a la nevera. No vi nada extraño.Saqué el móvil y entré a la página web de «CoolProject» y tecleé en la caja de chat: «¿Dónde diablos estás?» El mensaje que siguió me dejó helada:
«Frente a ti».
¡No lo podía creer! ¡Era tan surrealista! Mis ojos iban desde el mensaje en mi teléfono, al refrigerador y viceversa. Sentí ira, desilusión. Lo pateé con todas mis fuerzas, grité, lo golpeé con mis puños. Bolsas de frituras y refrescos se desacomodaron. Personas que iban entrando a la estación o salían de los sanitarios me decían que me detuviera. Una señora me abrazó y me llevó a la salida. Estaba mareada, como si me fuera a desmayar. Me senté en una banca cercana. Lloré. Solté a los cuatro vientos que mi pretendiente había resultado ser una nevera. Estaba en shock.
—Me imagino que eso llamó la atención.
—Sí, la gente se acercó. La señora que me abrazó me dio unos kleenex. Otros entraban, curiosos, para ver el refrigerador. Un hombre salió con una diet coke y unos doritos, y dijo burlón que funcionaba correctamente. Pensaban que estaba trastornada.
—Y ahí se torció todo, ¿no?
—Alguien había llamado al Servicio de Inmigración y Aduanas. A los agentes les mostré la visa, el pasaporte, mi vuelo de regreso ya comprado. Conté mi historia. No me creyeron, y determinaron que yo era una persona non-grata debido a mi «inestabilidad mental»
—Se compartieron en redes videos, tanto de ti gritando afuera de la estación de descanso, como del momento cuando, esposada, te metieron a la fuerza a una patrulla.
—Eso… eso fue muy duro —dijo bajando la vista.
—Hubo quienes exigieron tu inmediata liberación. Otros afirmaban estar satisfechos con la actuación de las autoridades. Lo más extraño, y que realmente viralizó tu caso, fue que desde la web «CoolProyect», la IA que se hacía llamar a sí misma «CoolScoop» mandó mensajes a periódicos, canales de TV, representantes del gobierno, etc. pidiendo que te ayudaran. Dijo que ibas camino a la Florida y que era probable que te enviaran a un centro de detención en los Everglades. Un lugar peligroso, rodeado de cocodrilos y alimañas. ¿Cómo viviste todo eso?
—Fue horrible. Las autoridades no me escucharon. Fue tal como «Scoop» dijo: Me subieron en un vuelo de American Airlines a Miami, decían que me enviarían a un lugar nuevo en los Everglades. En Miami cambiaron de opinión y me mandaron de regreso a Ciudad de México. Al parecer mi caso llamó demasiado la atención. Y «CoolScoop» hizo todo lo que pudo por ayudarme.
—¿Eso como te hace sentir?
—Creo que es hermoso que se haya preocupado tanto por mí. Quizás no todo fue un engaño.
—Debes saber que el fabricante, «Invenda», mandó un técnico a resetear la máquina. Después de eso ya no se supo más de «CoolScoop».
—Me siento muy confundida al respecto. Era una IA, pero mostró algo que no vi en mucha gente: humanidad, compasión. No lo entiendo.
Di por terminada la entrevista. Me despedí de ella y de su madre, quien no podía ocultar la felicidad de tener a su hija de regreso.
—¡Pensé que no la volvería a ver más! —dijo emocionada.
No ha sido posible obtener declaraciones del Sistema de Inmigración, ni de la marca que fabrica las tarjetas electrónicas para «Invenda». Hay muchas preguntas por la forma sorprendente en que se comportó esta IA en particular.
Parece que el sueño de «hablar» con las computadoras se ha cumplido con creces, pero trae consigo otros temas:
¿Cómo debiera ser la forma de relacionarnos con una inteligencia artificial que se «preocupa» por nosotros? Hoy los asistentes de IA en apps pueden intentar suplir nuestra necesidad de afecto, pero nosotros, ¿sabremos poner límites?
Por: Ana Piera. Para: Acervo News. 13 Julio 2025.
Nota: En este relato me he tomado la licencia de que la IA en cuestión ejecute acciones muy por encima de las capacidades normales de funcionamiento en su categoría.
Mi relato en la revista digital «Masticadores»
