Relato corto sobre el Día de Muertos en México.

El alegre grupo llegó a México. Eran espíritus venidos de distintas partes del mundo a los que el señor Wu, un espíritu japonés con gran visión comercial, había traído en plan turístico para que experimentaran las tradicionales fiestas de muertos.
Se rieron mucho con las calaveritas de azúcar, presentes en casi todas las panaderías del país. Estaban adornadas con papelitos brillantes y filigrana de azúcar de diferentes colores, y algunas tenían nombres escritos en la frente. Uno de los viajeros, un ruso de nombre Igor, estuvo buscando entre ellas su nombre, sin éxito.
También probaron el delicioso pan de muerto. Bueno, probar es un decir, porque aunque podían comerlo, el pan se salía de sus cuerpos en forma de migas secas conforme lo iban consumiendo. Los dueños de los establecimientos quedaban perplejos ante el reguero de migajas que parecía brotar del aire.
La actitud de los mexicanos ante la muerte los hizo sentir como en casa, especialmente se sintieron reconfortados ante la visión de los grandes altares que se levantaban amorosamente dentro de los hogares y en algunos lugares públicos. Los altares estaban adornados con papel picado de diferentes colores y llenos de las cosas que les gustaban a los difuntos en vida, sus platillos y bebidas preferidas: mole, tamales, pozole, mezcal, tequila y vino. Gunhild, un espíritu femenino de Escandinavia, le pidió al señor Wu que le consiguiera la receta de los tamales. Todos en el grupo estuvieron de acuerdo en que era notable que la muerte se viera de forma tan natural y no fuera tabú como en otros lugares. El Sr. Wu dijo que aquellas tradiciones le recordaban un poco las de su país e insistió en prender incienso en algunos lugares.
La madrugada del primero de noviembre, escucharon mucha algarabía y gritos infantiles. Del cielo comenzaron a bajar en tropel miles de almas de niños fallecidos que regresaban por una noche a disfrutar nuevamente con sus familias. ¡Había que ver aquellas caritas llenas de felicidad! Los pequeños descendían a una velocidad asombrosa y casi derribaron al señor Wu cuando este daba instrucciones a su grupo para evitar ser arrollados. Todos se divirtieron con ese detalle.
Tras la algarabía infantil, la ciudad se preparó, con reverencia, para la llegada de las ánimas adultas, el día dos de noviembre. Los adultos, aunque contentos, venían más calmados que los niños. Formaban pequeños corros que platicaban animados y luego se diseminaban por la ciudad para entrar a sus respectivas casas y disfrutar de la hospitalidad de los vivos.
Un fantasma local, Crescencio, se ofreció a llevarlos a visitar un cementerio esa noche, y no podían creer lo que sus ojos huecos veían: gente comiendo y bebiendo junto a las tumbas, envueltos en el aroma de unas flores amarillas, la “flor de muertos” o, en náhuatl, cempasúchil. Había canto y jolgorio de vivos y difuntos. Los viajeros pudieron apreciar cómo los fallecidos abrazaban a sus familiares vivos aunque estos no lo notaran. Igor se apartó del grupo, con la mirada perdida entre las velas, y el señor Wu le preguntó qué le pasaba. Resultó que Igor se había acordado de su abuelito Vladimir y su abuelita Irina, lo que lo había puesto melancólico. Crescencio insistió en que lo mejor para la tristeza era que probaran el mezcal. El señor Wu les advirtió que las bebidas alcohólicas se comportaban distinto de la comida, y que podrían «absorberlas» completamente. Aunque les aconsejó prudencia, más de uno de los espíritus viajeros acabó borrachito.
Partieron al alba y México se quedó flotando en sus memorias como el aroma del cempasúchil: dulce, persistente e inolvidable.
Autor: Ana Piera.

Este relato fue publicado en la Revista digital «Masticadores» el 28 de octubre del 2021. En esta ocasión lo republico con algunos cambios.

Hola, Ana, jajaja, muy bueno. Y con visita turística incluida. Me ha recordado a la canción de Mecano no es serio este cementerio…
Como le decía ayer a Themis, me resulta muy curiosa la forma que tienen allí de celebrar estos días. Pero algo típico de vuestro país por otra parte.
Espero no encontrarme a ningún espíritu turista y mucho menos borracho…
Un abrazo. 🤗
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Gracias Merche. Sí, bueno acá tenemos una tradición que viene desde tiempos prehispánicos sobre la muerte. Esa canción de Mecano me en-can-ta…. Me hizo reír lo de no encontrarnos con un espíritu y menos borracho jajaja. Saludos.
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Votada.
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Gracias Javier.
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Me ha gustado mucho tu relato corto, porque he vivido todo lo que cuentas, allí en México, las calaveritas de azúcar, el pan de muerto, los altares, los cirios, las flores, tanta belleza para honrar a los seres queridos que se fueron. Por eso lo he disfrutado tal como lo cuentas. Muchas gracias, Ana. Gracias. Te felicito. Mi abrazo.
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Muchas gracias Julie, por comentar y por recordar con cariño tus vivencias acá. Abrazo fuerte.
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Buenas Ana. Te dejo tu publicación de esta semana.
Que tengas un buen finde.
Fran.
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Gracias a ti Fran, igual que tengas excelente finde…
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¡Maravilloso, Ana!
Un relato que contagia esa emotividad tan especial que tenéis por allí en este día.
Aunque creo que ya te lo habré comentado más de una vez, no puedo dejar de insistir en lo maravillosa e increíble que me parece la forma en que tratáis la muerte, tan tabú en muchos otros sitios. Ya me gustaría a mí, si no me resultara tan complicado viajar, poder visitar tu tierra en este día. Tiene que ser como atravesar otro mundo y sentirse parte de esos espíritus.
Genial la idea de montar un viaje turístico con los propios espíritus para explorar la fiesta. Y la imagen es preciosa y muy emotiva.
¡Enhorabuena! ¡Me encantó! (A pesar de que tanto dulce es malo para mi diabetes, 😝😂).
Abrazo Grande.
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¡Uy José¡ Si hay momentos especiales para disfrutar México, las festividades de muertos son una de ellas. Creo que te gustaría mucho el ambiente. Gracias por pasarte y comentarl. Te regalaré una calaverita de azúcar pero no te la comas ¿eh? Jejeje, saludos y otro abrazo para ti.
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Es fantástico tratar de esa manera a la muerte, a fin de cuentas será compañera para todos nosotros. De verás que me gustaría ir a tu país en esas fechas. Por cierto, he votado 👍 Un abrazo Ana
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Hola Sabius, muchas gracias. Ojalá alguna vez te animes a venir, esas fechas con muy especiales y de seguro te gustará mucho. Abrazo fuerte.
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Hola Ana,
Me ha gustado mucho este viaje… la forma en que tienes de insertar la fantasía en la realidad y lo extraordinario en lo coticiano me parece, simplemente genial.
Un saludo
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Muchas gracias por pasaerte y comentar, Luferura. Saludos.
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Hola, Ana. Me ha encantado tu relato. Me imagino a esos espíritus extranjeros con cara de «¿esto es un cementerio o una verbena?» 👻🤭
Tenéis una manera muy curiosa y original de celebrar el Día de los Muertos ahí en México, y parece que los espíritus visitantes de tu relato lo entendieron tan bien… que acabaron borrachitos y felices 😁
Un abrazo 🤗
Beatriz (Historia)
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¡Hola Ana! Sabía, pero sabía que algo tuyo me faltaba e hice mi recorrido y mira que valió la pena, te quedó super lindo. Se me antojó mucho, y el mezcal aunque sea para olerlo porque todo se me «sube» muy rápido. Las migajas… Pues qué le pasó a ese pan? A lo mejor es que era del auténtico, porque lo que venden muchas veces son como conchas con azúcar. Oye y ¡Yo vivo con mis espíritus! Es una de mis adorables locuras que me hace taaaan feliz! Te dejo un abrazo super espiritual (no, en serio 🌹🌹🌹).
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Hola Maty, te creo que convives con tus espíritus, ellos acompañan y nos muestran el camino.
Gracias por leer mis «engendritos» jejeje. Abrazo fuerte también para ti.
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