
Mi participación para el reto de febrero del blog Acervo de Letras, con la premisa de escribir algo relacionado con el Jazz, en este caso yo escogí el instrumento por excelencia de este género, el saxofón.
En invierno y de noche, las calles del centro de Oaxaca son recorridas por el frío y por turistas trasnochados en busca de diversión. En una esquina, enfundado en un viejo gabán, un joven músico de pelo largo y mirada triste se dispuso a tocar su destartalado saxofón. Cual moderno flautista de Hamelín, la música logró que turistas y locales salieran de todas partes y se arremolinaran en torno a él. Las suaves notas se paseaban entre la gente acariciando corazones sin pedir permiso. La audiencia, emocionada hasta las lágrimas, le retribuyó con propinas que aventaban a la desvencijada carcasa de su instrumento.
Con el rabillo del ojo, el músico miró a una chica de rasgos indígenas que le escuchaba embelesada y con los ojos cerrados. Al final de la sesión, ella era la única que quedaba. Mientras él recogía las monedas, ella se presentó:
—Soy María. Me encantó como tocaste. Sabes sacarle partido a tu saxo a pesar de su estado.
—Qué bueno que te gustó. Me llamo Mateo.
Las facciones de María eran armoniosas, tenía los ojos negros como la noche y la piel del color de la canela. Mateo pensó que quizás con un poco más de plática podían acabar ambos en su humilde cuarto haciendo el amor. Por la mañana ella sería tan solo un recuerdo, como tantas otras.
—Tu saxo tuvo antes otro dueño, intuyo que fue tu padre.
—¿Perdón? —la miró extrañado, pues aquello era verdad.
—Hay algo de tu padre en él.
—Eres muy rara —dijo el joven, ya no tan seguro de querer compartir la noche con la chica.
—Lo sé porque yo percibo esas cosas. Por un lado, amas tocar y por el otro odias el recuerdo de tu padre. Quizás por eso no cuidas tu instrumento.
—¡Basta! —dijo Mateo molesto—. ¡Tú no me conoces!
—Perdón. A veces me dejo llevar por lo que percibo. Escucha, yo te puedo ayudar a tocar aún mejor. ¿Qué dices? —dijo María.
A él lo único que le interesaba en la vida era tocar y lo dicho por María picó su curiosidad. Aunque al final no resultó como el joven lo había imaginado, ambos sí acabaron en su habitación, pero sentados en el piso de cemento, con María sacando un envoltorio de papel periódico, revelando unos extraños hongos de cabeza alargada y de color marrón. Cuando el chico los vio abrió mucho los ojos y frunció el ceño en señal de preocupación.
—No te preocupes, estoy entrenada para usarlos y guiarte.
—¿Quién te enseñó a usar hongos alucinógenos?
—Mi abuela, ella era una curandera famosa. Es una historia larga que ya te contaré o quizás no. ¿Te animas?
—¿Dices que tocaré mejor?
—Sí, te lo puedo garantizar—, dijo apartando una porción de hongos para ella y otra para Mateo.
La joven primero rezó en un dialecto indígena y luego se puso a ingerir los hongos despacio. A una señal de ella, él empezó a comer sus hongos. En poco tiempo se sintió flotando entre nubes, gritaba y reía mientras intentaba elevarse más.
—Tranquilo. Visualiza tu saxo. ¿Lo ves? Asómate por la campana.
Mateo vio su viejo y desdorado saxo suspendido en el aire. «¡De verdad que está bien jodido!» pensó. Nunca se había preocupado mucho por cuidarlo, solo de vez en cuando lo limpiaba por dentro. Nada quedaba del brillo esplendoroso que tenía cuando era de su padre y que tanto le llamaba la atención de niño. Había sido su papá quien le había enseñado a tocarlo. Cuando éste desapareció para nunca más volver, había dejado atrás el saxo con una nota diciendo que era para su hijo. Mateo había jurado no tocarlo, sin embargo, la necesidad había podido más que su orgullo.
Ahora, con cada segundo que pasaba el saxo se iba haciendo más y más grande mientras él se encogía. Era una sensación extraña, pero no tenía miedo. Al final, se vio del tamaño de un pequeño mosquito y pudo introducirse en él. Se sorprendió mucho de encontrar a su padre dentro del saxo. Era fácil reconocerlo por la enorme cicatriz que le cruzaba la frente. Parecía estarlo esperando y al verle sus ojos se llenaron de lágrimas. Mateo se sintió muy incómodo.
—Perdóname —fue todo lo que dijo el hombre de la cicatriz.
El joven soltó una carcajada burlona y la figura de su padre se desvaneció. Mateo trató de salir, pero algo se lo impedía. La voz preocupada de María le llegaba de lejos. «Algo está muy mal», pensó. Le vinieron a la mente el recuerdo de conocidos que se habían «quedado en el viaje». ¿Le pasaría eso a él? Sintió pánico y su corazón empezó a palpitar enloquecido.
—¡Papá! —gritó al fin—, ¡ayúdame!
El saxo emitió una melodía tranquilizadora y Mateo notó que podía elevarse de nuevo, era como si la música lo empujara suavemente fuera del instrumento. Cuando salió escuchó a María quien con voz aliviada le decía:
—Eso es, ven, no pasa nada, abre los ojos, estás en tu habitación.
Empapado en sudor, Mateo tomó el vaso de agua que ella le extendía y lo bebió hasta la última gota. Luego, jadeando, le contó lo que había sucedido.
—Debes perdonar a tu papá y cuidar más el saxo.
—¿Y eso en qué me ayudará a tocar mejor?
—Ya lo descubrirás.
Otra noche, por las calles de Oaxaca, se escuchaba la melodía que salía de un hermoso y brillante saxofón. El chico que tocaba era un virtuoso y la música solo podía considerarse de «sublime». María, que escuchaba de lejos, sonrió, supo que Mateo había perdonado a su padre, pues él ahora estába tocando mejor que nunca.
Autor: Ana Laura Piera
Mi relato en la revista Masticadores Sur

Estupendo relato y magnífica ilustración. No coincidí con ella cuando hace un tiempo visité Oaxaca.
Me encanta saxo.
Felicidades por vivir en es país tan hermoso.
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Hola Azurea, gracias por comentar, Oaxaca es un lugar precioso y muy típico en México. Es uno de mis lugares preferidos en mi país. Me encanta que lo conozcas. ¿Puedo preguntarte de dónde eres? Saludos.
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+1 Voto. Me ha encantado.
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Gracias…
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otro voto(el tercero cuando lo dejé😉 )
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Muchas gracias…
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Muy buen relato, con un toque mágico de dulzura y ternura como el honguito, «los Niños Santos esos que te hacen viajar muy adentro, abrazo grande Ana
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Muchas gracias Themis, tú sí sabes…
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¡Qué relato más bonito, Ana!
Está lleno de dulzura y amor.
Supongo que todos tenemos una deuda pendiente con nuestros progenitores; más, si estos murieron. Cuando nos hacemos padres, comprendemos que, a veces, los nuestros cometieron errores, como los cometemos nosotros; pero el perdón es fundamental para seguir viviendo y mejorando nuestras vidas.
Me ha encantado María, dispuesta a ayudar libre y sin interés. Siempre necesitamos alguna María en nuestro camino, aunque para ayudarnos no use alucinógenos; unos buenos consejos también serán adecuados.
Un preciosísimo relato que establece al Saxo como protagonista del VadeReto de este mes. Casi todas lo habéis elegido para escribir, incluso yo. Su voz es tan personal y especial.
Felicidades y muchas gracias por este regalazo.
Abrazo grande.
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Gracias por tu comentario José, lo aprecio mucho. Saludos.
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José acabo de ver en bloggers que me solicitaste share market y al aceptarlo dice que ninguno de los dos tenemos el famoso «pack x twitter» jajaja. Cuando uno de los dos lo tiene se logra el share market, si no no. Mi intención era aceptarlo, que conste. Jajaja, abrazos.
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Sí, sí. No te preocupes. 😜👍🏼
Es una lata esto del share de pago. Cualquier día nos cobran hasta por respirar.
Sin problemas, cuando te veo te hago RT directamente en el tuister. 😊🤗
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Muchas gracias José. Saludos.
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Un placer, de principio a final. Una de esas historias capaces de abrazar.
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Mil gracias Joiel, saludos.
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Hola Ana, qué mezcla has creado. El flautista de hamelin, alucinógenos y un lugar que me encantaría conocer. Me gustó mucho desde el principio al final. Un abrazo
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De verdad ojalá algún día puedas visitar Oaxaca, quedarías enamorada. Saludos y gracias por tu comentario.
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Hola, Ana, ¡qué preciosidad de relato! ¡Me ha encantado! El saxo no solo tenía la impronta del padre sino que lo tenía dentro, afortunadamente lo perdonó y el saxo pudo florecer como antes. Muy bonita historia, te felicito por ella, Ana.
Un abrazo. 🙂
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Hola Merche, muchas gracias por leerlo y comentar. Saludos.
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¡Hola, Ana! Un relato que nos habla del resentimiento, de esa cadena que nos impide seguir nuestro camino. Hongos mediante, el saxofonista logró librarse de ella por la vía del perdón y la reconciliación. Un relato estupendo muy metafórico que, además, logra que lo leamos con música. Un abrazo!
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Muchas gracias David, aprecio mucho tu comentario. Abrazo fuerte…
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Ana! No sé por qué está vez no encontraba el lugar para el comentario, debe ser el efecto de los hongos 😊. Me encantó tu escrito Ana, la imagen es preciosa e inspiradora, puedo preguntarte si es de IA?
Me llama la atención poderosamente la versatilidad tuya niña, es increíble que tu mente tenga tantas secciones.
¿Puedes creer que viviendo en México, no conozco Oaxaca? No quiero morirme sin ir.
Un abrazo grande Ana!
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Hola Maty, a veces WordPress se pone medio confuso, me ha pasado, pero también podrían ser los honguitos jajaja. Referente a la imagen sí, es IA de Bing, es increíble ya lo que puede hacer, tu le das la descripción de la imagen y te dibuja casi exacto lo que le pides y pueden ser en diferentes estilos. No puedo creer que no has ido a Oaxaca, no esperes más Maty, vale muchísimo la pena: la ciudad, la comida, el ambiente, las ruinas arqueológicas, las maravillas naturales, lo tiene TODO. Recomendado al 100 por ciento. Abrazo de vuelta…
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Qué gran sonrisa me ha dejado tu cuento. ¡Fantástico! Lleno de imaginación y además de profundidad. Precioso. Felicidades, ¡que broche de oro para este reto!
Un abrazo!
(Maite-Volarela)
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¡Qué preciosidad de relato, Ana! Me ha encantado y me ha emocionado. Y al final yo también he escuchado la melodía de ese saxo que sonaba divino.
¡Un abrazo!
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Gracias por pasar María Pilar, saludos.
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Lo que más me gusta de leer tus historias es que entras en ellas de manera fácil. Te transporta a un misterioso mundo con un toque de magia. Donde los sentimientos salen de su letargia.
Este relato pide a gritos una banda sonora que le acompañe, que yo soy más de guitarras y no conozco saxofonistas que destaquen.
Mágicos sueños.
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¡Hola! Gracias por comentar. Te soy sincera, a mí el jazz no me gusta nada pero bueno, el reto se basa en ese género músical o en algún instrumento relacionado. Saludos…
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Entonces en el sentido musical de este género estás perdida como yo.
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Hola Ana,,, te paso link Gracias!
Juan
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Muchas gracias Juan, saludos.
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