Breve Historia de unas Vacaciones.

Imagen de Brigitte Werner en Pixabay

Cuando llegamos a Isla Partida, a Esteban le dio por creerse que estaba hecho de sol. Sacó de la maleta toda la ropa que pudo y se cubrió con ella de pies a cabeza, pues no quería «quemarme».

—Bonito momento has escogido para volverte loco, Esteban, en las únicas vacaciones que hemos tomado en años.

—No me hagas hablar, de mi boca podrían salir rayos que te derretirían como si fueras un helado.

—De acompañarme a la playa ya ni hablamos, ¿verdad?

Dejé el «bulto de ropa» en la habitación. «¡Desgraciado!, siempre tiene que amargarme todo. No le voy a creer este numerito.» —pensé con rabia.

Instalada en una tumbona y escuchando las olas del mar, recordé todas las veces que le había rogado a mi marido que saliéramos. Nunca quiso, siempre había un impedimento: que si los niños estaban chicos, que si mejor gastábamos en algo para la casa; hasta ahora que vino a regañadientes. Mientras daba los últimos sorbos a mi piña colada, sentí remordimiento. ¿Y si no fingía? Me levanté y fui directo a la habitación.

Sentí un gran alivio al verle ya sin tanto trapo encima y sentado en el sillón, pero su postura me indicó que no se encontraba «normal», su cuerpo mostraba rigidez y no se movía.

—La playa está deliciosa, Esteban, es una pena que te la estés perdiendo.

—¡No te acerques, podrías romperme!

—¿Romperte?

—Estoy hecho de cristal, no quisiera romperme en mil pedazos.

Comencé a preocuparme en serio cuando no quiso ir a la cama y se pasó toda la noche en el sillón, tieso como una estatua.

Al otro día seguía con eso de que era de cristal y decidí que era hora de cortar las vacaciones y regresar. Lo llevé con mucho cuidado hasta el estacionamiento, cada paso era una agonía y mi marido me miraba con unos ojos de terror que daban pena. Meterlo al auto fue de lo más difícil, pero al fin lo logré y emprendimos el regreso.

—No te preocupes Esteban, al llegar te llevo a ver a nuestro doctor de cabecera y a ver qué nos recomienda.

Después de varias horas de viaje y a unos cuantos kilómetros de nuestra ciudad, noté que su cuerpo se fue relajando de a poco. Al llegar a casa estaba «normal». Logró bajarse del auto por sí mismo y subir a nuestro departamento, donde fue directo a la nevera y sacó una cerveza, luego se sentó en su sillón favorito a ver futbol.

—¡Estoy curado! —exclamó el muy desgraciado.

Autor: Ana Laura Piera.

Publicada en Masticadores, revista digital.

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38 comentarios en “Breve Historia de unas Vacaciones.

    1. Hola José, si, yo entiendo a las personas que no gustan de viajar. Se vale disfrutar de otras cosas. El trasfondo del relato es el egoísmo de él y cómo manipula a la mujer, pero también ella, que tiene que depender del marido para salir. Tan felices si cada uno hace lo que le plazca sin joder al otro. Saludos y gracias por pasar y comentar.

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    1. Hola Carlos, yo creo que ni tanta, jajaja. Aunque en el relato está exagerado, la manipulación , el egoísmo y la dependencia se da bien tanto en hombres como en mujeres. Todos lo experimentamos en algún momento, ya sea que seamos las «víctimas» o los «victimarios». Claro que le puse poner un toquecito de humor negro para que no resulte tan pesado, jajaja. Gracias por visitar y comentar.

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  1. Esteban es un tipo muy complicado, no sé si se recomendarle ir al psiquiatra o recomendarle a la autora que cambie de pareja.
    No se disfruta de unas buenas vacaciones con tipos tan raros y pletóricos de originalidad
    Un abrazo, Ana

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    1. Hola Dr. Krapp, más que complicado, es un tipo egoísta y manipulador y ella una persona dependiente. Cada quien debería hacer lo que le da la gana y dejar al otro en paz. Gracias por leerlo y comentar. Saludos.

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  2. Muy, muy bueno, me sacó una gran carcajada, realmente se la hizo a su esposa, muy buen manipulador y actor, y ella sin poder disfrutar nada, creyéndole y preocupandose por alguien que realmente no vale mucho la pena. Gracias Ana, abrazo grande

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  3. Me reí mucho al final!
    Está muy bien narrado, y tiene esas vetas entre humorísticas, fantásticas y existencialistas que cruzan tus relatos. Ya los caracterizan, vas construyendo un estilo. …y eso no es fácil de lograr, felicitaciones wey!

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  4. ¡Hola, Ana! Ja, ja, ja… qué bueno. Conforme leía me decía que el tipo era un seta, pero aún así le di cierto margen pensando en alguna metáfora que lo explicara. Al final veo que es de esos enfermos imaginarios cuya sola presencia te fulminan la energía. Yo, aprovechando que era de cristal, lo hubiera lanzado cual botella con mensaje al mar, a ver si llegaba a una isla desierta y espabilaba. Muy buena y chisposa historia. Un abrazo!

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  5. Que ingenioso relato Ana, y de esos que lo tienes que terminar de leer; si o si… Esteban merece un buen escarmiento por falso, pero que buen actor, ni su esposa sabe que miente, y eso que las pistas son clarísimas jajaja. Voy a imaginar que la esposa se va de vacaciones sola y disfruta de la playa.
    !Muy bueno!
    Un abrazo.

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  6. Qué bueno, Ana. Al principio pensé que era un ser extraterrestre o sobrenatural, y conforme avanza va girando hasta llegar a un final donde ‘menudo elemento terrenal’. Como dice Merche, yo me divorcio, jajaja y al año siguiente a disfrutar de lo lindo de unas vacaciones. Un abrazo!

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